Valeria López Vela

El fallido golpe de Estado de Trump

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana pasada, la comisión especial para investigar el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 presentó el primer informe con sus hallazgos y, por donde se mire, estamos frente a un evento excepcional en la historia de la democracia, como modelo de gobierno.

Al inicio de la presentación, la representante republicana Liz Cheney, de Wyoming, y vicepresidenta del Comité, dijo que Trump: “Le mintió al pueblo estadounidense, ignoró todas las pruebas que refutaban sus falsas denuncias de fraude, presionó a los funcionarios estatales y federales para que anularan los resultados de las elecciones que favorecían a su contrincante, alentó a una turba violenta a atacar el Capitolio, e incluso, señaló su apoyo a la ejecución de su propio vicepresidente”.

De esta forma, detalló el plan de siete pasos liderado por Donald Trump para desacreditar los resultados electorales y robarle la victoria al presidente Biden. Trump utilizó la retórica populista que articula mentiras, idealización del pueblo y, finalmente, incitación a la violencia para debilitar las estructuras de la democracia.

Cheney continuó: “Van a escuchar sobre complots para cometer conspiración sediciosa el 6 de enero, un delito definido en nuestras leyes como conspirar para derrocar, destituir o destruir por la fuerza el gobierno de Estados Unidos u oponerse por la fuerza a la autoridad del mismo”.

La pregunta que aparece es si esos elementos serán suficientes para tipificar el delito. Sabemos que para que se configure es necesario realizar una acción no permitida y que se acredite la intención criminal de Trump. Este caso cumple con esas condiciones: Trump es un criminal.

Hay dos declaraciones, recogidas en los videos, que no debemos perder de vista. La primera recoge el momento en el que Trump insta, en el mitin, a sus partidarios a marchar hacia el Capitolio —la sede del Congreso— y “luchar como un demonio”.

La segunda refiere el momento del asalto al Capitolio en que los asaltantes entonaban cánticos que pedían colgar al entonces vicepresidente, Mike Pence. Frente a esto, Trump respondió: “Tal vez nuestros partidarios tienen la idea correcta. Mike Pence se lo merece”.

Así, Donald Trump hoy puede ser definido como un populista autócrata, pues ha actuado como un conspirador en contra de la democracia, traidor a la Constitución, incitador a la violencia y golpista de Estado.

Los movimientos populistas son una anomalía de la democracia: se hacen del poder mediante las reglas del juego democrático, pero —una vez en el gobierno— se dedican a debilitar las instituciones, el Estado de derecho, la libertad de prensa, para encumbrar la figura autoritaria del presidente en turno. Más que una forma parasitaria de la democracia, los gobiernos populistas son un cáncer, pues debilitando a los órganos, separan y dividen a los miembros del grupo. Debemos estar atentos.