Valeria López Vela

Fuerzas Armadas: si no es ahora, no habrá mañana

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela
Valeria López Vela
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De acuerdo con las estimaciones de los epidemiólogos, hacia el final de este año habrá habido tantos decesos por la pandemia del Covid-19 como los que dejaron los seis años de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, en 14 meses la pandemia de 2020 habrá igualado el número de fallecidos que hubo en la guerra más sangrienta de la historia.

Y sí: sus fantasmas recorrerán nuestras calles, nuestros parques y nuestras casas. Se pasearán por nuestros recuerdos y se sentarán en la mesa durante las navidades. Pero, más importante será la forma en que sus sombras y sus ausencias, nos ayudarán a construir el futuro en nuestras sociedades.

La pandemia desencadenará nuevas exigencias -morales y políticas- para reajustar la prevención y la atención que las personas y los gobiernos deben dar frente a las crisis sanitarias.

Me parece que es necesario entender que entre las amenazas a la paz social, a la estabilidad económica y al ordenamiento jurídico se encuentran los riesgos sanitarios que, en un mundo de fronteras porosas, de alcance global, redimensionan los aristas de defensa de los estados.

En ese sentido, la salud pública debe recomprenderse como un asunto propio de la seguridad nacional.

En no pocos países, las Fuerzas Armadas tuvieron que asumir la logística y la operación para hacer frente a la pandemia. Lo mismo médicos, enfermeras que efectivos de todas las armas y servicios enfrentaron la situación con el sacrificio y la gallardía que los caracteriza.

Una vez más, frente a la presencia de un enemigo que ponía en riesgo a los países, las Fuerzas Armadas enfrentaron la batalla. Y aunque en esta ocasión el enemigo era biológico, es una realidad que las Fuerzas Armadas participan -cada vez más- en labores cotidianas de los Estados. Esto es inevitable pues los conceptos de guerra o enemigo son distintos a los que conocimos en el siglo pasado. Desafortunadamente, la variable que se mantiene es los decesos -civiles y castrenses-.

En ese sentido, es indispensable actualizar la doctrina para replantear los límites y los alcances de las funciones y responsabilidades de los ejércitos. Esto reclama una profunda reflexión constitucional, pues no valen las reformas a vapor ni los vacíos jurídicos pues las responsabilidades son mayúsculas: tanto para los efectivos como para los servidores que, más temprano que tarde, habrán de dar cuentas a la sociedad civil.

Cuando se trata de las naciones, no hay más futuro que el que construimos nosotras: las personas que en cualquier ámbito de la sociedad -ya civil, ya militar- actuamos con responsabilidad histórica. Así, es inevitable reformar -responsable y consensuadamente- las atribuciones, funciones y obligaciones de las Fuerzas Armadas, conforme a los lineamientos constitucionales y convencionales con una nueva doctrina que se haga cargo de los nuevos rostros de la guerra bajo la primacía de los derechos humanos.