Valeria López Vela

Trump: la ley soy yo

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A la menor crítica, los gobiernos populistas utilizan el concepto de “traición a la patria” como el argumento para desestimar cualquier observación —así se haga de buena fe—; tras el sobre uso de dicha idea, han dejado la sensación de que, en varios países, hay más traidores a la patria que ciudadanos. Situación risible y falsa.

Afortunadamente, una vez más, el espejo de la realidad ha reflejado —de cuerpo entero y con todas las lastimosas cicatrices, pústulas, moretones y marcas— a los verdaderos traidores a la patria: los trumpistas.

El perfil histórico de Trump es lamentable. Ha sido el primer presidente en enfrentar dos procesos de impeachment; es el primer presidente en intentar un golpe de Estado; el primer presidente en tener su casa registrada por el FBI y el primer presidente en “invocar” a la Quinta Enmienda constitucional que establece que “los testigos, en el juicio o durante los procedimientos del gran jurado, también pueden negarse a hablar si temen incriminarse a sí mismos”.

Y esos son los hechos políticos. Además, se podrían añadir las 26 acusaciones de violencia sexual o las incontables demandas que ha enfrentado como empresario.

Un razonamiento simple de sentido común nos diría que nadie intenta ocultar documentos que no cree que necesite ocultar. Esta primera conducta de Trump es, de inicio, contraintuitiva. Y la respuesta que presentó lo es doblemente pues, una vez más, Donald Trump hizo lo que sabe hacer: mentir, ocultar, engañar y manipular. Se victimizó y, de inmediato, lanzó una amenaza: si el FBI no hace lo que él dice “(…) van a ocurrir cosas terribles”.

Parece que al profesional de la mentira se le olvidó que tomar material clasificado y ocultarlo al gobierno es un delito; que hay precedentes suficientes en los juzgados que han sido sancionados con facilidad y que las condenas han sido largos años en prisión.

El juez Bruce Reinhart fue quien encontró causas probables para buscar evidencia del delito de espionaje en Mar-a-Lago. Por ello, autorizó la redada.

Me parece que es momento de hacernos tres preguntas sencillas, que nos ayuden a comprender los sinsentidos de las acciones y declaraciones de Trump.

¿Donald Trump robó documentos clasificados que ponen en riesgo la seguridad nacional? Sí.

¿Por extraer documentos clasificados han sido castigados con cárcel otros funcionarios?  Sí.

¿Compartir documentos clasificados con países extranjeros es espionaje? Sí.

¿Compartir documentos clasificados con países extranjeros es traición a la patria? Sí.

Sobre estas respuestas, es claro que Donald Trump cometió un delito importante y que tendrá que enfrentar la responsabilidad que corresponda por ello. A pesar de las amenazas de violencia —“guerra civil fría”— que han hecho las huestes trumpistas, es más riesgoso para la ciudadanía permitir la erosión a la legalidad y la institucionalidad continúe siendo trastocada por Donald Trump.