Valeria Villa

Dolor

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hans-Georg Gadamer vivió 102 años. Filósofo alemán, considerado el alumno más brillante de Heidegger, recibió en 1979 el premio Sigmund Freud que otorga la Academia Alemana de Lengua y Literatura. Dictó su última conferencia en el año 2002, unos días antes de morir. Sus palabras durante un congreso médico de ortopedistas, se convirtieron en un pequeño libro titulado Dolor, publicado en español por Paradiso Editores en 2020.

Aquí algunos subrayados:

¿Se logra mediante una conferencia que el otro verdaderamente entienda? (…) En realidad trato de entablar una plática con el auditorio al que me dirijo. Y esa plática no puede consistir nunca en que uno, desde el centro, hable a los demás. Por ello es valiosa toda conversación, pues despierta en nosotros la conciencia de nuestros propios límites.

Desde siempre, librarse de fuertes dolores ha sido una de las experiencias de la vida humana. Es parte del equilibrio de la vida humana recorrer estados de dolor y de alivio sin que sea necesario, de manera general, recurrir a algún tipo de ayuda médica.

Yo experimenté en carne propia a los veintidós años lo que pueden ser los dolores, fue cuando —contagiado de poliomielitis— pasé semanas acostado con severos dolores de columna (…) sabiendo que no se conocía ningún tratamiento contra esta enfermedad y que naturalmente los dolores no se podían evitar. Así que retomé mis estudios de filosofía postrado en la cama.

El primer grito de dolor del recién nacido y los achaques de la edad, el leve pero constante dolor que los acompaña. Es difícil mediar entre ambos, pues estamos metidos en el dolor y no podemos escapar de él (…) es indispensable no perder el ánimo, sin importar qué tan grande sea el dolor. Aquel que lo logra puede sobreponerse.

Nada permite soportar el dolor de manera más sensata que el sentimiento de que algo está surgiendo dentro de mí, de que algo irrumpe en mi interior. La verdadera dimensión de la vida se vislumbra en el dolor, cuando no nos dejamos vencer por él.

Gadamer era un hombre excepcional, sobresaliente y optimista, que quizá no representa a las personas promedio. Algunos enloquecen de dolor y necesitan recurrir a todas las soluciones (químicas, psicosociales, integrales) que los alejen del tipo de sufrimiento que incapacita para vivir. Concuerdo en que el yo tiene un papel muy importante en la experiencia del dolor. Un yo fuerte puede tolerar el impacto psíquico de dolor. Un yo fuerte puede observar lo que pasa en su interior, física o mentalmente, dialogar consigo mismo, sin padecer sentimientos de desintegración o de derrumbe, pero no es posible pedirle a todos los individuos que se sobrepongan ante lo que sienten como insoportable. 

Gadamer nos invita a ser fuertes, a no tomar mil pastillas ante el mínimo síntoma, a observarnos, a entender que el dolor (no discapacitante) nos recuerda la importancia del cuidado cotidiano del cuerpo. Enfatiza el potencial humano para aceptar que hay dolencias ineludibles que aparecen con el paso del tiempo y enfermedades que no piden permiso para habitarnos. El dolor, afirma el filósofo alemán, es una condición intrínseca de la existencia.