Diana de Gales: personalidad limítrofe en la nobleza

Diana de Gales: personalidad limítrofe en la nobleza
Por:
  • yolanda_pica

Sandringham, Inglaterra, 1 de julio de 1961, al nacer la cuarta hija de los condes Spencer (Diana), se sintieron muy decepcionados pues era otra niña; un año y medio antes había nacido el ansiado varón (John), heredero de la dinastía, pero sólo vivió unas horas. Se trata de una familia de aristócratas ingleses desde el siglo XV y fue hasta tres años después que nació el actual conde.

Sin embargo, Diana creció sintiendo que no la querían y que era la causa de los problemas familiares. Su mamá se enamoró de otro hombre y los dejó sumidos en la vergüenza. Cuidada por nanas, ella describe su infancia como muy triste. Los niños con infancias desafortunadas tienden a aislar de su vida cotidiana esta sensación y su personalidad va desarrollando un mecanismo de defensa que en edad adulta se llamará escisión, que significa división, por la cual tienden a dividir la experiencia en totalmente buena o mala, o no son conscientes de la totalidad de sus conductas.

A los 19 años, después de un corto noviazgo con el príncipe Carlos, fue aceptada por la familia real y pronto se anunció su compromiso. Un comentario de su futuro esposo de que estaba “gordita” desencadenó su primer episodio de bulimia por el que en pocos meses bajó muchos kilos, al mismo tiempo descubrió que Carlos mantenía una apasionada relación con su exnovia Camilla Parker. Sin embargo, convencida de que ella ganaría en la batalla,  es decir, por fin sería amada, se casó. Su historia se escenifica otra vez, ella es la no deseada y esperada (como le sucedió al nacer) y la repetición del trauma rompe su frágil estructura psíquica, se victimiza continuamente, con un gran sufrimiento tuvo cinco intentos de suicidio, incluyendo uno embarazada de su primer hijo.

Al constatar que no consiguió su objetivo empezó a tomar venganza siendo infiel varias veces. Salieron al público unas grabaciones que la incriminaban. En medio de los escándalos protagonizados por ambos, se divorciaron.

Diana tenía tantas carencias afectivas que le permitieron identificarse con los que estaban en desgracia,  lo que la convirtió en una princesa altruista que tomó como sus objetivos: la lucha contra el sida y las minas antipersonales.

La bulimia nerviosa se encuentra clasificada en el manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales de la asociación psiquiátrica americana: DSM-5, como un trastorno de la conducta alimentaria. Sus síntomas son 1) Episodios recurrentes de “atracones”, que son la ingesta de una cantidad de alimentos en grandes volúmenes comparados con los que una persona normal es capaz de comer en el mismo periodo de tiempo, acompañado de la sensación de “falta de control” sienten que no se pueden detener. 2) Tienen comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso, como provocarse el vómito, uso de laxantes, diuréticos, ayuno o ejercicio excesivo. 3) Estas conductas se producen al menos una vez a la semana durante tres meses. 4) Su autoestima está influida por su peso corporal.

El doctor Drew Westen, profesor de  la Universidad de Emory, realizó un trascendente estudio con 100 psiquiatras que tratan pacientes con trastornos alimenticios, se les pidió que les aplicaran la escala Shelder-Westen-200,  que evalúa la personalidad. Se comprobó que el 50 por ciento de los pacientes con bulimia tienen además un trastorno de personalidad limítrofe, el cual se caracteriza por miedo a ser abandonados, son impulsivos y afectivamente inestables, usan la “escisión” lo cual lleva a que con frecuencia no midan las consecuencias de sus acciones.

Por ejemplo,  Diana colaboró en su biografía, contando sus secretos y posando para la prensa, cuando obtuvo toda la atención manifestó su molestia y les exigía respeto y privacidad.

Tratando de conseguir el amor de su esposo se autolesionaba, la cual, es una conducta que en estos pacientes significa un gran sufrimiento psicológico y al hacerse daño físico liberan sustancias que los tranquilizan momentáneamente, pero no es un método eficaz para que quienes los rodean quieran estar cerca de ellos. Otro síntoma que tienen es una sensación de vacío existencial que se acompaña del deseo de suicidarse.

El tratamiento para estos padecimientos es con fármacos antidepresivos y con psicoterapia a largo plazo. Diana tuvo acceso al tratamiento, mejoró de la bulimia, pero no así del trastorno de personalidad. Buscaba todo el tiempo un hombre que la amara en forma incondicional, para reparar su falla interna.

Murió en un accidente de coche a los 36 años, iba acompañada de su novio, el chofer estaba alcoholizado y ella viajaba sin cinturón de seguridad. Está sepultada en la isla de

Althrop, Inglaterra.

En sus palabras: “sólo quiero que alguien esté ahí para mí, sentirme segura y protegida”.