Trump: política interior y exterior

Trump: política interior y exterior
Por:
  • eduardon-columnista

Con el proceso electoral de Estados Unidos del próximo noviembre ya en marcha, las apuestas del presidente norteamericano están volcadas en lograr la reelección.

Por ello, no es casualidad que las últimas dos semanas hayan sido particularmente intensas para Donald Trump y que en los últimos dos días haya acaparado los reflectores, tanto de la política exterior como de la interna, aunque bajo condiciones completamente opuestas.

Tras el escándalo de espionaje revelado en julio de 2019, en el que se hizo público que Trump condicionó apoyos económicos a su homólogo de Ucrania, a cambio de que éste reiniciara una investigación en contra de uno de sus principales rivales políticos del Partido Demócrata de cara a las elecciones de noviembre próximo, la Cámara de Representantes aprobó el pasado miércoles enviar al Senado los cargos por los que se enjuiciará políticamente al presidente norteamericano. En el mismo proceso, la líder demócrata Nancy Pelosi nombró a los siete congresistas —demócratas todos— que actuarán como fiscales en el proceso de impeachment.

Sin embargo, es poco probable que el resultado del juicio dé por concluida de forma anticipada la presidencia de Trump, pues el Partido Republicano controla el Senado. Y por más que se piense que el mero hecho de enjuiciar al presidente tiraría por la borda sus esfuerzos reeleccionistas, los efectos del procedimiento en su contra no son claros, sobre todo si se considera el poco efecto que al momento esto ha traído en su base de votantes, la cual no parece haberse modificado significativamente.

Lo que sí se pronosticaba era que, tras el inicio del proceso de impeachment, la política exterior de Estados Unidos pasara a segundo plano en la agenda legislativa norteamericana y en la de la propia administración del presidente republicano. Pero, contra todo pronóstico, esta misma semana sucedió todo lo contrario en dos frentes.

Primero, el miércoles pasado, Trump firmó la primera fase de un acuerdo comercial con China, con lo que liberó parte de la tensión arancelaria que durante meses mantuvo con el país asiático. Después, el día de ayer, el Senado norteamericano ratificó el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá —el llamado T-MEC—, mismo que le fue enviado al presidente para su firma.

A espera de que Canadá haga lo propio y su ratificación se oficialice, Trump ya puede presumir ambos acontecimientos como contundentes triunfos de su administración en la agresiva política comercial que ha emprendido, la cual conforma uno de los ejes principales de aprobación y contacto directo con su base electoral.

Trump ha sabido jugar bien sus cartas y ha sabido mantener cerca a su base electoral, a pesar de las dificultades. Lo que es más, apegándose fielmente a lo que indica el manual reeleccionista, seguramente ha logrado sumar a algunos votantes indecisos, tras el conflicto iniciado con Irán, como fuerte contrapeso a los posibles efectos negativos que el juicio político en su contra podría derivarle.