El plan Kushner

El plan Kushner
Por:
  • gabriel-morales

Esta semana se reunieron en Manama, la capital de Bahréin, líderes y representantes del mundo sunita y el gobierno estadounidense, junto con empresarios de la región, incluyendo al menos 15 palestinos y varios más israelíes. El objetivo, revelar la primera parte de la propuesta de paz de la administración Trump.

En palabras de su yerno, Jared Kushner, la meta del encuentro es repensar el conflicto palestino-israelí desde una perspectiva económica, donde el objetivo no sea sólo político sino conseguir la prosperidad en el área.

Esta perspectiva es innovadora y, en papel, parece ser una buena idea. Decenas de importantes empresarios y gobiernos del área invertirían millones de dólares en proyectos de infraestructura y desarrollo de concretarse el proceso de paz.

La intención de la administración Trump es empezar con el aspecto económico para así crear confianza entre las partes. Hasta aquí todo bien. El problema es que después de dos años durante los que el gobierno de Trump le ha dado la espalda al liderazgo palestino (entre otras cosas moviendo la embajada estadounidense a Jerusalén y cortando millones de dólares de financiamiento a Cisjordania), los palestinos no confían en las palabras de Washington.

Es por esto que el liderazgo palestino decidió boicotear el encuentro y sólo contados empresarios palestinos se atrevieron a desafiar a sus líderes. Según la Autoridad Palestina, éste es sólo un intento de comprar a los palestinos con dinero, sino proponer una solución política a largo plazo.

En respuesta, Kushner aseguró en su discurso inicial tener un plan político que harán público después de las elecciones en Israel en septiembre. Después de dos años de una pésima relación, no es sorpresivo que los palestinos no le otorguen el beneficio de la duda.

La conferencia, más allá de resultados concretos, tiene una enorme importancia simbólica, pues muestra cómo, de lograrse un tratado de paz, el mundo árabe sunita entero está dispuesto (incluso ansioso) de establecer relaciones con Israel. El objetivo, mayor prosperidad para la región y hacer un frente ante la expansión iraní.

Las condiciones regionales nunca habían sido tan propicias para la paz. Sin embargo, el aumento del poder de la derecha Israelí y los extremistas palestinos ponen en duda la viabilidad de cualquier plan, incluso si Kushner dice la verdad y Washington tiene un plan que los palestinos puedan aceptar.

Las elecciones en Israel en septiembre definirán el rumbo del proceso. El día de ayer, Ehud Barak, el último primer ministro que tuvo la izquierda israelí (1999-2000) anunció su regreso a la política y la formación de un nuevo partido. Las encuestas después del anuncio, por primera vez en años, le dan una ventaja de 2 por ciento al campo de centro-izquierda.

El mundo sunita está listo, pero queda por verse si las intenciones de Trump son serias y si el público israelí decide terminar el dominio al parecer, incontestable de la derecha.