La guerra que nunca termina

La guerra que nunca termina
Por:
  • gabriel-morales

Las imágenes son espeluznantes. Fotos de decenas de prisioneros salvadoreños con tapabocas encadenados y humillados en el suelo aparecieron esta semana en la prensa internacional. El nuevo presidente, Nayib Bukele (imagínense ustedes una combinación entre Bolsonaro, Rodrigo Duterte y el presidente Trump, sólo que joven) salió a anunciar la implementación de nuevas medidas de mano dura contra las bandas delictivas, las maras, en represalia al aumento en el número de asesinatos en el país el fin de semana.

Entre las medidas, se les prohibirá tomar el sol a cientos de prisioneros y se les hacinará en celdas completamente aisladas del exterior, violando varios de sus derechos fundamentales. No obstante, mientras en el exterior se ve con horror estas imágenes, en El Salvador, un país que sufre de una de las tasas de homicidio más altas en el mundo, la popularidad de Bukele sigue en aumento.

Detrás de las imágenes de mano dura; sin embargo, hay una historia mucho más compleja, llena de incógnitas. Después de que se revelara que el presidente del partido de izquierda (FMNL), Mauricio Funes, negoció con las maras (algo que para el público salvadoreño fue inaceptable), el país, incluso durante el segundo mandato del FMNL, regresó a una política de mano dura, siempre inefectiva.

Paradójicamente, cuando Bukele subió al poder en el verano del año pasado, sus políticas de mano dura, aparentemente aún más extremas que las del gobierno anterior, surtieron efecto. De un promedio de alrededor de 25 muertos al día, súbitamente se redujo a sólo seis. No obstante, es imposible medir la efectividad de la estrategia del presidente, pues no existen criterios o plan de seguridad, más allá de la cabeza del líder.

Según decenas de organizaciones de la sociedad civil, académicos y expertos locales en el tema, es casi imposible reducir el número de muertos de manera tan drástica sin pactar con los líderes de las pandillas. La falta de transparencia del gobierno no ha hecho sino reforzar esta hipótesis. Aún más extraño es que en las áreas que controlan las maras en el país, sus líderes han obligado a la población a seguir las órdenes del gobierno respecto a la crisis del coronavirus.

El fin de semana pasado, de nuevo de forma repentina, el promedio de muertos llegó a números similares a los del anterior gobierno, ¿qué es lo que pasó? Hasta el momento se pueden hacer sólo conjeturas. Algunos argumentan que hubo un conflicto entre el presidente y los líderes de las pandillas; las fotos que vimos serían entonces una represalia del presidente, una señal para decir que el gobierno puede usar la fuerza si se requiere.

Una segunda hipótesis es que se trata de fake news. Es decir, que mientras el presidente sigue negociando con las maras, las fotos le sirven para ganar popularidad entre una población desesperada por la paz, que ve con buenos ojos estas violaciones a los derechos humanos. Otro capítulo más de esta guerra que nunca termina.