La política del coronavirus

La política del coronavirus
Por:
  • gabriel-morales

El coronavirus ha tocado ya casi cada rincón del mundo, desde China hasta California, pegando especialmente fuerte en el centro de Europa, expandiéndose rápidamente hasta llegar a convertirse en una emergencia mundial.

A pesar de que el virus es relativamente nuevo, sabemos ya varias cosas sobre sus efectos. Sabemos, por ejemplo, que la tasa de mortalidad es relativamente baja (alrededor del 2-3 por ciento); sabemos también que el promedio de edad de las personas que fallecen está entre los 75 y los 80 años, y que casi la totalidad de estas personas sufrían de alguna condición médica previa.

Sin embargo, llama la atención que el número de contagios y muertes varía significativamente entre distintos países; en China, Italia, Irán y Corea del Sur, el virus se expandió rápidamente, en otros países de Europa y en América Latina, la explosión, por el momento, ha sido discreta.

Las diferencias se explican, en parte, por el clima y el tipo de población. En los países donde la población es más vieja (por ejemplo en Italia, uno de los países con la población más vieja del mundo), el número de muertes ha rebasado ya los 400 y al parecer el verano en el hemisferio sur ha detenido parcialmente el avance de la epidemia en esta área.

Sin embargo, hay tres factores no naturales que determinan el avance y la letalidad del virus: la eficacia y las decisiones de las autoridades de cada país; el estado de su sistema de salud y, por último, el comportamiento y la reacción de la población. Las respuestas a la epidemia han variado de país a país. En China, donde al parecer el virus está perdiendo fuerza, las autoridades pusieron en cuarentena a millones de personas, algo que parecería casi imposible en otros países democráticos.

En Corea del Sur, donde al parecer la tasa de expansión del virus se ha estabilizado, la receta no ha sido restringir el movimiento de la población con medidas draconianas, sino una inversión masiva en pruebas de detección; los coreanos han logrado llevar a cabo esta hazaña gracias a su fuerte sistema de salud universal, que ha sabido reaccionar rápidamente ante la epidemia.

En Italia, por lo menos durante las primeras semanas, la respuesta fue insuficiente. No sólo el país fue incapaz de realizar miles de pruebas a tiempo para contener el virus, sino que su sistema de salud ineficaz y con bajo presupuesto ha sido incapaz de atender a los pacientes con condiciones más serias, influyendo probablemente en el número de muertos. No sólo eso, sino que la población, acostumbrada a desobedecer órdenes burocráticas, ignoró por varios días las instrucciones del gobierno.

El resultado fue la peor crisis fuera de China y la respuesta tardía tuvo que ser una cuarentena absoluta, pues no quedaba de otra. Con estos factores en mente, es posible predecir en parte lo que sucederá en el resto del mundo; países con sistemas de salud fuerte, que inviertan masivamente en pruebas de detección, no necesitarán de medidas extremas para contener el avance del coronavirus.

Para nosotros, en México, habrá que poner atención a lo que suceda en Estados Unidos, donde el sistema de salud difuso y privatizado, con miles de personas sin seguro médico, aunado a la incapacidad y falta de voluntad del presidente para enfrentar la crisis, ponen en duda la respuesta efectiva a la pandemia.