La tercera y no la vencida

La tercera y no la vencida
Por:
  • gabriel-morales

Si a alguien de ustedes le sorprende el desastre político en Estados Unidos y Gran Bretaña, nada se le compara al abismo en el que se encuentra sumergido Israel. El día de ayer terminó, sin éxito, el mandato de Benny Gantz, líder del partido de centro Azul y Blanco, para formar una coalición; esto, después de que el primer ministro Netanyahu fracasara en formar gobierno. Para aquellos de ustedes que son nuevos a esta saga, éste es un resumen de la situación.

En las últimas elecciones, las segundas que van en el año, después de que por primera vez en la historia Netanyahu fracasara en formar un gobierno, los resultados fueron poco claros. Por un lado, el bloque de la derecha (incluidos el Likud de Netanyahu y los partidos religiosos) obtuvo 55 de 120 asientos; por el otro, el bloque de centro izquierda (incluidos los partidos árabes) obtuvo 57 asientos. Es decir que 55 están a favor de un gobierno de Bibi y 57 en contra (y a favor de Gantz).

Para formar coalición son necesarios por lo menos 60 asientos. Los últimos ocho asientos pertenecen por el momento a Avigdor Lieberman, líder de un partido de derecha extrema secular que sorprendiera a todos al negarse en las últimas elecciones a sentarse con Netanyahu.

Terminando las elecciones había tres escenarios posibles: un gobierno de unidad entre Gantz y Bibi (cosa que parecía poco probable, pues Gantz rechazó la posibilidad de unirse a Netanyahu si, como es casi cien por ciento seguro, el fiscal general decidiera iniciar un juicio en su contra en los próximos días); la segunda posibilidad era que Lieberman regresara al bloque de derecha, sin embargo toda su campaña electoral se basó en la promesa de una serie de leyes seculares y, unirse a la derecha, habría implicado doblegarse a los designios de los partidos ortodoxos.

La última opción era una coalición de centro-izquierda, donde los partidos árabes, si bien no dentro del gobierno, le darían los votos a Gantz para formar gobierno –el problema fue que Lieberman no estuvo dispuesto a aceptar el apoyo de los árabes. Y es así como llegamos a la tercera ronda.

Los culpables son claros. Por un lado Netanyahu, quien no estuvo dispuesto a ceder su asiento a nadie más dentro de su partido o a pactar con Gantz porque sabe que la única manera de salvarse de un juicio es permaneciendo como primer ministro; por el otro Lieberman, quien busca perfilarse como el heredero de Netanyahu, un líder de derecha que rechaza tanto a los árabes como a los ortodoxos y que busca los votos de la derecha secular. Estos dos individuos, por sus ambiciones y problemas personales, decidieron llevar en sus espaldas a un país entero e irse a nuevas elecciones. El resultado de esta tercera ronda, sin embargo, promete ser similar al de las dos anteriores; así seguiremos de elección hasta que el rey o su heredero caigan del trono.