Violencias pandémicas

Violencias pandémicas
Por:
  • horaciov-columnista

El domingo pasado se cumplieron (¡apenas!) 30 años de que la Organización Mundial de la Salud eliminó de su catálogo de enfermedades mentales a la homosexualidad.

En conmemoración de ello, al 17 de mayo se le asocia, desde 1990, con la lucha internacional contra la homofobia (a la que con los años se sumaron la transfobia y la bifobia). Este aniversario se da en el marco del pico de la pandemia global que lleva asolando desde hace al menos un par de meses a una gran parte del planeta. Y además se suma, por supuesto —y por desgracia—, a otro tipo de violencias.

Sin dejar de reconocer los avances que se han logrado en algunas partes del mundo, gracias principalmente de la tenacidad y persistencia de diversas organizaciones civiles, es indiscutible que los resultados son más bien magros. Según la ILGA (siglas en inglés de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) todavía en 70 países miembros de las Naciones Unidas existe legislación punitiva o se aplican restricciones discriminatorias contra la homosexualidad. A ello se suman las actitudes culturales, en esos y otros muchos puntos del globo, que normalizan distintas expresiones de violencia homófoba.

En México, desde antes del arranque de la epidemia de Covid-19, distintos grupos vulnerables venían experimentando un recrudecimiento de la violencia. Por señalar un dato, la organización Letra Ese documentó que durante 2019 —esto es, el primer año del gobierno lopezobradorista— se produjeron al menos 117 asesinatos por motivos de identidad de género e identidad sexual diferente entre la comunidad LGBT+, lo cual representa un incremento de 27% respecto al año anterior.

El caso de la violencia de género en México desde antes de la pandemia andaba en el mismo tenor. Hace apenas un par de meses, diversos colectivos feministas recriminaban vehementemente al Gobierno el incremento en prácticamente todos los indicadores relacionados con violencia de género, en un entorno en que se suscitaron abominables casos de feminicidios que indignaron al país.

Y por desgracia, como ha sido ampliamente expuesto, atendiendo al importante incremento de denuncias por violencia doméstica, es una realidad que los efectos de la pandemia se hacen sentir de manera diferenciada —más dramática— para las mujeres. El confinamiento familiar puede representar, también, una nueva fuente para disparar la violencia hacia personas LGBT+. No se olvide que, a diferencia de otras minorías, en el caso de estos colectivos las primeras y principales agresiones pueden y suelen venir del entorno familiar.

Pero el Gobierno lopezobradorista sigue tratando de tapar el sol con un dedo, al afirmar que “en el caso de la violencia en general y la violencia contra las mujeres no hemos advertido un incremento”, a lo que diversas activistas y organizaciones por los derechos de las mujeres con contundencia reviraron: “Nosotras tenemos otros datos. La violencia contra las mujeres y niñas es más letal que el Covid-19”.

Hasta que no comprenda este gobierno que debe dar respuesta efectiva, con política públicas bien diseñadas, para enfrentar la violencias de género y contra grupos vulnerables, y acompañar esas medidas de un discurso empático e incluyente, nada mejorará en este ámbito.