Si no nos nombramos, no existimos

Si no nos nombramos, no existimos
Por:
  • jacqueline tapia

Durante #Covid-19 hemos aprendido también a usar un lenguaje incluyente y no sexista para el personal de salud. Sabemos que tenemos médicos y médicas y que la enfermería no sólo es una profesión de mujeres, sino también de hombres. Este buen aprendizaje deberíamos aplicarlo para otras profesiones y actividades, porque si no nos nombramos, no existimos.

El lenguaje incluyente y no sexista se ha estigmatizado, no sólo es poner un artículo femenino o masculino antes de una palabra, es nombrarnos y nombrar a la otredad, para la construcción de nuestra identidad, de nuestra personalidad, de las sociedades y de sus culturas. Y aunque la Real Academia de la Lengua Española no acepta la tendencia al desdoblamiento del sustantivo en su forma masculina y femenina por decir que va contra el principio de economía del lenguaje y que generan dificultades, no sólo nos referimos a esto, la lengua española tiene uno de los lenguajes más ricos y diversos que existen. Esto permite que se puedan utilizar formas que no necesariamente corresponden a nombrar a ambos géneros en todos los casos.

Las personas somos quienes hacemos, desarrollamos y adaptamos el lenguaje a partir de nuestras realidades y no a la inversa. Por ejemplo, la indignación por la discriminación al personal de salud nos obligó no sólo a reconocerles en su profesión sino el visibilizar que no sólo hay médicos sino médicas y que los hombres son también enfermeros, porque lo que hoy tiene un significado, ayer tenía otro y quizá mañana se modifique y ése es el gran poder que las palabras encierran, el de dar significado a la vida y definir quiénes somos, porque están profundamente arraigadas a sentimientos, conductas y formas de vida.

Sólo basta una palabra para arrancarle la dignidad a alguien, sólo basta configurar un conjunto de palabras para construir mensajes de amor o de odio. A través del lenguaje hemos establecido jerarquías por género, en donde ser un zorro o una zorra tiene una connotación distinta. El lenguaje incluyente nos dice que lo primero es ser persona y definirnos como tal, cambia la percepción de ser una persona con discapacidad, indígena o trans.

Hoy es 30 de abril, sabemos bien que no sólo es el Día del Niño, sino también de la niña, pero tenemos que mencionarlas. Cada vez menos las mujeres no sentimos incluidas cuando al referirse a la humanidad lo hacen diciendo los hombres, o cuando se dice presidente imaginar que es una mujer quien pueda estar al frente. ¿Por qué sí hemos podido evolucionar al masculinizar roles de género estereotipados para mujeres; como cocineras al incluir cocineros y no lo podemos hacer a la inversa? Las niñas este 30 de abril merecen ser mencionadas, deben existir al ser nombradas cuando se festeja a la niñez, ellas también podrán ser médicas.

Lo cierto es que, si somos capaces de modificar nuestro lenguaje a uno no sexista e incluyente, seremos capaces de modificar nuestra estructura mental y entonces estaremos frente a la posibilidad de modificar nuestra conducta.