En el día tras día (6)

En el día tras día (6)
Por:
  • javier_solorzano_zinser

A decir de científicos y especialistas estamos entrando a la etapa más difícil y delicada de la pandemia.

Ya llegaron las voces de alarma y alerta. Aquello de la “última oportunidad” tiene total vigencia porque estamos en el momento en que podemos contener el virus y, sobre todo, podríamos evitar su propagación lo cual podría llevar al sistema de salud al colapso y sin poder atender a miles de personas.

El mensaje del lunes fue inequívoco. Se tienen que cerrar las puertas de casi todo el país porque las posibilidades del contagio, particularmente en esta semana, aumentan, debido al tiempo en que se ha ido incubando el virus entre nosotros.

Como se ha venido insistiendo es muy difícil para mucha gente dejar de trabajar. Se vive al día, no se tienen ahorros que puedan ayudar a sostener la economía de millones de familias, a lo que se suman las condiciones de vida como el convivir en pequeñas viviendas en que mucha gente vive.

En medio de la urgencia están las abiertas contradicciones sociales bajo las que vivimos. En octubre o noviembre seguramente veremos cómo los niveles de pobreza crecieron, al igual que los de pobreza extrema, los cuales se habían reducido en los últimos años aunque fuera de manera tangencial.

Enfrentamos una gran cantidad de retos. Uno de ellos es el deber de cumplir puntualmente las indicaciones de las autoridades de salud. Habrá quien pueda cumplirlas y quedarse en casa, pero, por otro lado, están millones de personas que no tienen manera de cumplir por más que lo quieran hacer. Como suele suceder ante las grandes tragedias, los sectores más desprotegidos de la sociedad terminan por ser los más afectados.

El momento exige una agresiva estrategia de comunicación. Los mensajes del Gobierno requieren de mayor claridad y exigencia al tiempo que tiene que resolverse de una vez por todas el tema de los mensajes encontrados. Siguen siendo un factor de desconcierto las declaraciones y acciones del Presidente, bajo el actual estado de las cosas el que López Obrador encabezara la muy importante reunión del lunes hubiera sido no sólo un gran mensaje para la sociedad.

Como sea, las estrategias van permeando entre los ciudadanos. Si bien no del todo, debido a que hay muchas reticencias e ideas en el sentido de que el coronavirus es una invención, también se ha visto un paulatino avance, pero sí algo definitivo es que se tienen que intensificar las campañas de información, alerta, exhortaciones, riesgos y precauciones.

La Jefa de Gobierno de la capital está jugando un papel destacado, pareciera que ha puesto por delante su autoridad y su pasado como destacada científica. Ha de estar viendo escenarios que hay que buscar a como dé lugar contener.

Un mes puede ser mucho o poco tiempo en situaciones como en la que estamos. Para frenar los contagios pudiera ser buen tiempo a decir de los especialistas, pero para millones de personas que no van a tener ingresos puede ser un asunto de una calamidad irreversible.

Las consecuencias sociales podrían provocar reacciones inesperadas cargadas de impotencia y de enojos acumulados. Un mes nos puede llevar a enfrentar, en la medida de lo posible, de la mejor manera al coronavirus. Pero también puede ser que sea el tiempo que lleve a la gente a la calle a protestar y exigir en medio de su impotencia, a la que se suma la del propio país.

Ya estamos en el mes de los riesgos, de la esperanza, de la encrucijada y de un virus que nos obliga, en la medida de las posibilidades, a quedarnos en casa, como dijo el hoy afamado vocero: “es la última oportunidad”.

RESQUICIOS.

El Covid-19 está peligrosamente entre nosotros lo que no quite que andemos en el toma y daca de los enfrentamientos. ¿Qué necesidad había de insinuar que un pariente cercano o hermano de El Chapo estaba cerca del Presidente si no se tenían las pruebas de ello? Pongamos pausa, utilizando metáforas tipo este sexenio: ven la tempestad y no se hincan.