La demonización de Theresa May

La demonización de Theresa May
Por:
  • gabriel-morales

Esta semana, la primera ministra Theresa May sufrió de nuevo una aplastante derrota en el parlamento británico.  A pesar de conseguir nuevas concesiones frente a la Unión Europea, la mandataria quedó cientos de votos lejos de pasar su plan de salida de la Unión. Inmediatamente después de su derrota, como ya se volvió una costumbre, May fue víctima de la burla, desprecio y crítica en la prensa y las redes sociales.

Resulta interesante, sin embargo, que a pesar de la crítica generalizada tanto desde la izquierda como desde la derecha, y sobre todo dentro de su propio partido, May haya conseguido mantenerse en su puesto a pesar de sufrir ya varias derrotas. Si tan débil y fallido es su liderazgo ¿por qué nadie ha conseguido llamar a nuevas elecciones y sustituirla? Parte de la respuesta es que para todos resulta más fácil criticar a May, y usarla como chivo expiatorio, que tomar responsabilidad de un proceso que desde el inicio estuvo destinado a fallar. El Brexit ganó con base en la mentira que sostenía que es posible salir de la Unión Europea sin sufrir un fuerte golpe económico. La idea de que los beneficios (por ejemplo, los fondos que “regresarían” a manos de los británicos) superan a los gigantescos costos (por ejemplo, los nuevos aranceles). Esta mentira supuso la condena de cualquier líder al fracaso. Si la primera ministra hubiera optado por un Brexit contundente, las consecuencias económicas habrían sido catastróficas; si la repuesta hubiese sido, en cambio, la búsqueda de un pacto con el Partido Laborista, para conseguir un Brexit suave, May habría enfrentado la furia de una parte significativa de su partido, poniendo así en juego su liderazgo. May optó por un punto medio, decisión que dadas las circunstancias políticas parecía ser la única salida. Hasta el momento, sin embargo, la estrategia ha sido un fracaso. Es verdad que May cometió un grave error al llamar a elecciones anticipadas que resultaron en la pérdida de escaños en el Parlamento para su partido. Es también verdad que May ha sido incapaz de conseguir apoyo político y púbico para su plan de salida. May no es una líder carismática ni, hasta el momento, efectiva. Pero la demonización de May ignora que su mandato estuvo condenado a fallar desde el primer día. Si de demonizar a alguien se trata, el verdadero culpable de la debacle que se vive en la Gran Bretaña no es May, a pesar de su pobre desempeño, sino David Cameron, quien creyéndose mejor político de lo que resultó ser propuso un referendo que, desde un inicio, nunca tuvo que haber ocurrido.