La escuela Infantino

La escuela Infantino
Por:
  • jorgeernestow-columnista

Agua y ajo, diría Hugo Sánchez. Es lo que hay y no queda otra: Aguantarse y a joderse. Las brillantes nuevas cabezas de la Concacaf se adhieren al simple modelo de “crecimiento” implementado por el mismísimo presidente de la FIFA Gianni Infantino: hacer más grande el negocio, aunque se empeore la calidad del producto.

El mal ejemplo cunde, pero la billetera engorda. No les da para más y lo triste es que los dirigentes mexicanos son apenas comparsas, ya sea por incapacidad o conveniencia. A todo le dicen que sí, clink, caja. Lo demás es lo de menos.

Esta Copa Oro el número de participantes subió de 12 a 16 y dicen estar “analizando” aumentar la cifra para futuros torneos, además de advertir que se seguirá jugando cada dos años y siempre en suelo estadounidense, donde el dólar es ley. La “genial” fórmula es de primero de primaria: Más equipos igual a más partidos, igual a más gente, igual a más dinero. Lo deportivo qué más da.

Hasta en Conmebol, cuyos dirigentes difícilmente serán ejemplo de algo positivo en los últimos tiempos, tienen más decoro para hacer negocio y alternan la sede de su Copa América en todos los países, tengan mejor o peor infraestructura, o garanticen más o menos ganancias.

Y en México no hay un liderazgo que pretenda algo diferente. La apuesta es que las cosas sigan igual. Que nada cambie. Y como el aficionado mexicano –el de aquí y el de EU- parece inmune a las decepciones, da igual si se repiten otros siete mundiales sin pasar de los Octavos de Final, total así alcanza para generar ganancias suficientes para todos cada cuatro años. Públicamente dirán que aspiran al dichoso quinto partido o a más, pero en realidad trabajan para cuidar que siempre se clasifique al Mundial en una zona que garantiza esa presencia, y en el camino que SUM les llene los bolsillos con billetes verdes.

Tal vez haya que esperar varios golpes que dejen en evidencia el estancamiento mexicano para que se den cuenta de lo que está sucediendo. Algunos necesitan que las cosas pasen para actuar. Sólo saben aprenden del pasado.