Las mentiras, los secretos y el silencio

Las mentiras, los secretos y el silencio
Por:
  • valerial-columnista

Decir la verdad está fuera de moda. Desde que en 2016, el término “posverdad” fuera catalogado como la palabra del año, la situación sólo ha empeorado. Mucho me temo que los días de las paparruchas —fake news— llegaron para quedarse.

En estos tiempos, es más fácil creerle al horóscopo que a varios de los líderes de nuestros países.

El camino que nos trajo hasta este punto fue el de las medias verdades, los datos imprecisos, las ambigüedades. Después, llegaron los días de las verdades prefabricadas; hoy, estamos frente al atrevimiento que no teme decir a la cara: “te miento porque tengo el poder y el cinismo para hacerlo y no hay nada que puedas frente a eso”.

Aunque no es el único, el campeón de las falsedades es Donald Trump quien miente, en promedio, 15 veces al día; la mayoría de las personas decimos cuatro falsedades en 24 horas. Así que 15 es una cifra alta para cualquiera, pero lo es más para un hombre adicto a la atención y al Twitter.

Los medios norteamericanos han intentado, por todas las vías posibles, esclarecer los hechos y mostrar a sus audiencias los datos precisos, las inconsistencias y las mentiras del Presidente mediante un “chequeo de datos” y las opiniones de los expertos. A pesar de esto, la lealtad de los fieles votantes de Trump, sigue incólume.

Hace apenas unos días, un grupo de seguidores de Trump declaró –con orgullo y sin vergüenza– que “amaban las mentiras de su Presidente”. Y… ¡cataplúm! ¿Qué se puede hacer frente a semejante declaración? ¿Es la sentencia de muerte del diálogo racional en la política? ¿Descartamos por completo los hechos y los acuerdos? ¿Transitamos ya al imperio del capricho, el poder y la mentira?

Por su parte, Nicolás Maduro navega entre los secretos y las falsedades. El caso más reciente, fue la detención arbitraria que sufrió Juan Guaidó, jefe del legislativo reconocido por la OEA. Maduro dijo que la captura de Guaidó fue un show mediático; después, que los agente actuaron por cuenta propia. En ningún momento dejó entrever responsabilidad alguna de su parte. La verdad, esa que los Presidentes juran respetar y defender, no la sabremos nunca.

Las mentiras se han vuelto un activo muy importante para crear y mantener el poder. La interferencia rusa en las elecciones en Estados Unidos es, precisamente, la mejor prueba de que la desinformación crea opiniones que sesgan las intenciones de los votantes. Lo vimos también en el caso del Brexit, que todavía ayer Theresa May trató de concretar frente a un apabullante “no” informado del Parlamento.

Mentiras y secretos son la fórmula que se encuentra detrás de la traidora relación entre Trump y Rusia; entre Maduro y los agentes de inteligencia; entre los políticos y el crimen organizado.

Frente a estos delirios, lo único que no puede hacerse es guardar silencio.