El juicio público a Trump

El juicio público a Trump
Por:
  • leonardo-nunez

La semana pasada comenzaron las audiencias públicas alrededor del proceso de impeachment, el juicio político que busca determinar si Donald Trump abuso de su cargo para su beneficio personal, extorsionando a un gobierno extranjero para que investigara a un adversario político, y que merece ser retirado de la presidencia de Estados Unidos.

Frente a las cámaras han comenzado a desfilar una serie de funcionarios públicos involucrados en la política exterior estadounidense, que han ayudado a ponerle rostro y palabras a relatos que, hasta el momento, sólo habían podido ser recogidos por la prensa de manera anecdótica porque todas las sesiones se realizaban a puerta cerrada.

Los primeros entrevistados fueron George Kent, miembro del servicio diplomático y encargado de los asuntos europeos, así como William Taylor, embajador interino en Ucrania, que relataron con lujo de detalles cómo Donald Trump creó una estructura diplomática paralela a la oficial para, junto con Rudy Giuliani, presionar al gobierno ucraniano para que investigara al exvicepresidente Joe Biden y a su hijo.

Los demócratas lograron presentar las preocupaciones legítimas de dos funcionarios de carrera que han trabajado sin importar el partido en el poder, mientras los republicanos cuestionaron una y otra vez si ellos habían escuchado directamente al presidente, lo cual ellos no hicieron, y tratando de mostrar que si bien Donald Trump pudo haber intentado coercionar al nuevo presidente ucraniano, al final la ayuda económica retenida fue entregada y no se hicieron las investigaciones, por lo que, señalan, al final no hay nada que perseguir.

Cada uno de los testimonios públicos pretende comenzar a armar el rompecabezas de una serie de acciones que pinten de cuerpo entero a Donald Trump y convencer a los ciudadanos de la culpabilidad o inocencia del presidente. Sin embargo, cada día no sólo se presentan nuevas evidencias que dejan en claro que Trump sí presionó al gobierno ucraniano, sino que ponen en evidencia la locura a la que ha ascendido la política en la Casa Blanca.

El ejemplo más claro sucedió en la sesión del viernes, en la que la exembajadora en Ucrania, Marie Yovanovitch, relató cómo fue despedida por Trump para dejar vía libre a su intento de presionar al gobierno ucraniano y, justo mientras se televisaba la entrevista y se le preguntaba a Yovanovitch si se sentía amenazada por el presidente, Donald Trump realizó una publicación en Twitter atacándola. En una escena casi surreal, al presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, que presidía la entrevista, le mostraron la publicación y éste la hizo pública durante la audiencia. Mientras se discutía si Trump había abusado de su poder para perjudicar a un enemigo personal, él mismo incurría, en tiempo real, en otro posible delito: amenaza de testigos.

En las siguientes semanas seguirán desfilando más funcionarios e implicados en la trama ucraniana y, posteriormente, veremos si los republicanos logran ser convencidos. Hasta el momento parece que no existe la “pistola humeante” con la cual tengan que reconocer que Trump obró mal, pero, durante el juicio, pueden pasar escenas como la del viernes, que ayuden a mostrar que Trump no debería ocupar el cargo que tiene.