¿Militarización?

¿Militarización?
Por:
  • javier_solorzano_zinser

La mayoría de los ciudadanos quieren la presencia de las Fuerzas Armadas en los temas de seguridad. Parametría hizo unas encuestas sobre el tema, las cuales lo vienen a confirmar.

En enero de 2017, el 64% de los encuestados, a nivel nacional en vivienda, consideraban necesaria la presencia del Ejército en las calles, para mejorar la seguridad en el país. Si bien, al final del mismo año la tendencia bajó, continuaba en niveles significativos, estaba en 54 por ciento.

Las respuestas no sorprenden. Son la reacción al estado de las cosas. Por más que se tenga claro lo que significa que las Fuerzas Armadas estén en las calles, el hecho de que se vivan pesadillas todos los días, coloca a los ciudadanos y a los gobiernos en la necesidad de tomar decisiones extremas, con tal de atemperar los problemas.

Para los habitantes de muchas ciudades del país, la presencia de las Fuerzas Armadas es lo único que les brinda confianza, seguridad y tranquilidad. Cada vez que se menciona que el Ejército y la Marina van a ser retirados, son los propios ciudadanos los que exigen que por ningún motivo se haga.

Se ha encontrado en las Fuerzas Armadas una presunta salida al gran problema de seguridad. El hecho ha servido para que muchos dejen de hacer su tarea. El Ejército y la Marina se han dedicado, por lo menos desde 2007, a actividades que no son de su competencia.

Han tapado hoyos que le han resuelto muchos problemas a los gobernantes. Se ha entrado en un círculo vicioso, que si a alguien le conviene es a los propios gobernantes.

“Se cubren” designando como responsables de seguridad a personal de Marina o del Ejército. Se hacen a un lado para que toda la responsabilidad recaiga en las Fuerzas Armadas, con todo lo que significa, lo cual pasa por los terrenos de la seguridad, responsabilidad y sobre todo desgaste.

Esta historia se ha repetido estos años. No hay Presidente o gobernante que no prometa que va a regresar a las Fuerzas Armadas a sus cuarteles, y no hay quien lo haya querido o podido cumplir.

Es evidente que estamos, todos lo sabemos, ante un problema de la mayor de las complejidades. Las Fuerzas Armadas han servido para atenuar el problema, que no resolverlo, y para que los gobernantes eludan sus responsabilidades.

A los militares no les ha quedado de otra que asumir funciones que no les corresponden. Es evidente que cada vez están más agotados, no necesariamente sólo en lo físico.

López Obrador se manifestó en contra de esta estrategia a lo largo de estos años. Aseguró que iba a regresar a los cuarteles a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, por lo que se presentó en su Plan Nacional de Seguridad y Paz, no se vislumbra que lo vaya a hacer. Más bien echó a andar la maquinaria de la militarización.

Ernesto López Portillo nos definió ayer la estrategia en el plan: se ha optado por la vía militar sobre la civil para la pacificación, no quiere salidas civiles, viene lo  militar.

Ante la gravedad del problema, el nuevo gobierno está pensando en soluciones similares a las de quienes lo han antecedido. No se pudo abstraer del concurso de las Fuerzas Armadas y no sólo esto, va a incrementar su presencia en las calles.

Está optando por soluciones de corto plazo, las cuales no se van a dar. Bien pudo presentar un programa de mediano y largo plazos que tuviera un enfoque civil, con las policías como eje de cambio.

El plan del nuevo gobierno va a ser señalado por la “militarización” y por la ausencia de los cómo lo va a hacer.

Sin embargo, es importante ponderar que por primera vez en un programa de esta índole, se coloca lo social como eje para atacar el problema, poniendo énfasis en la familia.

Falta todavía por ver qué más viene.

RESQUICIOS.

Empieza a organizarse la alianza sexenal presidencial. Todos aseguran que van a tomar distancia pero, al final pasa, no casualmente, lo mismo. López Obrador va a crear un comité asesor integrado, entre otros, por Ricardo Salinas, Bernardo Gómez y Olegario Vázquez Aldir; ¿va de nuevo?