Arde la Tierra

Arde la Tierra
Por:
  • montserrats-columnista

Si bien el ciclo natural del clima en Australia incluye la llamada temporada de incendios, no podemos negar que lo que vemos excede por mucho la intensidad y los alcances antes vistos. Lo que sucede es responsabilidad de la humanidad. Hemos alterado el equilibrio ecológico de tal manera que los ciclos naturales se han vuelto más violentos y extremos. No se pude catalogar estos eventos como algo menos que una catástrofe de inimaginables proporciones.

Cuando vemos los mapas de los incendios, muchos de ellos activos y fuera de control, nos damos cuenta de la inmensa extensión de tierra que abarcan. Además, se han concentrado en las zonas más pobladas del país, desplazando poblaciones enteras y creando una crisis humanitaria inminente. No hay agua, no hay instalaciones, no hay viviendas. Es un escenario apocalíptico.

Las imágenes de los cielos pintados de rojo, las nubes formando remolinos en llamas, los animales muertos, la gente refugiada en las playas, han impactado al mundo. La terrible noticia es que estamos ante un nuevo parámetro de lo “normal”. Cada año se rompen los máximos históricos de temperatura, de número de incendios, de inundaciones, de huracanes, de sequías. Cada año llegamos a más personas que sienten hambre por tener otro mal año de cosecha. Cada año miles son desplazados a causa de desastres “naturales” sin que alcancen las fuerzas para evitarlo ni los recursos para remediarlo.

El cambio climático es real. Una cosa es que estos fenómenos provengan de la naturaleza y respondan a ciclos constantes y esperables, y otra muy distinta es que se den con la recurrencia y fuerza con la que se están presentando. El hombre tiene la capacidad de provocar reacciones en la naturaleza; de tomar sus leyes y causalidades para obtener resultados buscados que no habrían sucedido sin nuestra intervención. Ahí está la manipulación de las características genéticas de los alimentos para obtener más y mejores frutos. También tenemos la reproducción asistida artificialmente. Si esto es ciencia y todos lo aceptamos como una intervención humana en las fuerzas naturales, ¿por qué es tan complejo entender que la acción humana haya podido desatar fenómenos climáticos de mayor intensidad?

El hombre toca y afecta a la naturaleza. Esta vez lo hemos hecho sin darnos cuenta y ha sido para mal. Podemos ser soberbios e infantiles al negar nuestros errores; cerrar los ojos y desear que la realidad fuese diferente; echarles la culpa a otras generaciones negándonos a tomar acción y remediar lo que no fue producto directo de nuestra mano; pero nada de esto nos servirá. Es nuestra responsabilidad y tenemos tres cosas que pensar: nuestro voto, nuestros hábitos y nuestra responsabilidad compartida con los afectados.