No es sólo el nuevo aeropuerto

No es sólo el nuevo aeropuerto
Por:
  • javier_solorzano_zinser

La consulta sobre la construcción del nuevo aeropuerto no va a dejar a nadie contento ni tampoco tranquilo. Va a terminar siendo un galimatías que bien pudo ser evitado, o por lo menos visto y abordado desde otros ángulos.

Desde su campaña, López Obrador puso en la mira el proyecto Texcoco, más como un acto político, que suponemos le diera votos y simpatías, que como parte de una reflexión y análisis sobre el tema. De lo que no hay duda es que Texcoco debe ser revisado a detalle.

Frenarlo se convirtió en una de sus promesas de campaña, las cuales ahora cumple o tendrá que ver cómo salir de ellas; todo indica que la consulta forma parte de su plan a y b. No hay indicadores que desde el Gobierno electo se vea una mirada objetiva sobre Texcoco.

La decisión va a trascender al sexenio. La consulta ha sido cuestionada no sólo porque carga los dados hacia uno de los proyectos, sino también por la forma en que se ha organizado. No es casual que se presuma que ya se tomó la decisión por Santa Lucía.

El Gobierno electo no es afecto a la crítica, la escucha poco y cuando lo hace tiende a desacreditarla, a la par de sus muchos seguidores. A menudo se acude a argumentos que rozan reacciones, que rayan en venganzas, incluso llegan a surgir visiones de clase, más que reflexiones y análisis sobre las cosas.

La “mal llamada” Reforma Educativa es uno más de estos ejemplos que merece atención por la forma en que se ha abordado. Sorprende que ante un tema de tanta relevancia y sensibilidad para el país, no pareciera que se haya llevado a cabo un proceso de reflexión y análisis. Resulta hasta cierto punto inconcebible que se diga que no sirve para nada.

En este marco, el virtual regreso de Elba Esther Gordillo al SNTE no puede ser visto de otra manera que como parte de acuerdos que el nuevo gobierno está estableciendo, con una representante del viejo y fustigado sindicalismo.

La profesora llegó a la dirigencia del sindicato “gracias” a Carlos Salinas, el de la “mafia del poder”, donde se conservó debido a sus relaciones con el poder político, entre singulares acuerdos y complicidades. Para ella todo terminó cuando llegó Peña Nieto, y todo indica que todo vuelve a empezar con López Obrador. Se asume triunfante y con ánimos de revancha, ante el silencio de quienes están por llegar.

Con el poder real que tiene el Presidente electo, no pareciera tener sentido que establezca relaciones y acuerdos con personajes e instancias a las cuales la sociedad le ha venido huyendo. López Obrador, sin ser formalmente el Presidente, aparece como si ya lo fuera. Debiera entonces identificar que tiene una capacidad de maniobra que durante décadas no ha tenido mandatario alguno.

En el imaginario colectivo se sabe y se reconoce, incluso entre aquellos que le quieren tomar distancia.

Puede por ahora hacer y deshacer. Esto quiere decir que tiene elementos a la mano para tomar decisiones que gusten o no a la sociedad, se van a aceptar, siempre y cuando no la terminen lastimando en sus esencias.

Los mensajes que ha enviado López Obrador sobre la construcción del nuevo aeropuerto han sido claros: quiere consulta, pero ya ha tomado partido. Esto lo coloca bajo serios riesgos, porque en función de cómo se haga y resulte, se vislumbran las que haga en el futuro; puede marcar los rasgos de la comunicación en su sexenio.

López Obrador todavía planteaba ayer que si la opción fuera Santa Lucía “no va a suceder nada, porque para meter miedo se habla de desequilibrios macroeconómicos, problemas en la Bolsa, devaluación….”.

Está en juego el nuevo aeropuerto, pero también la impresión que la sociedad tenga sobre la forma en que se actúe ante una decisión clave.

RESQUICIOS.

El padre Alejandro Solalinde define el “éxodo hondureño”: “Habría sido provocado por la inteligencia norteamericana, a través de la técnica de la rumorología que funciona en Honduras. Los viacrucis son en Semana Santa, no en periodo electoral de EU…”.