La sustancia contagiosa

La sustancia contagiosa
Por:
  • larazon

Las diversidades sexuales y de género comprendemos -desde hace ya varias décadas- lo que significa vivir bajo las políticas del encierro y el distanciamiento social. En pleno auge del Movimiento de Liberación Homosexual, al inicio de la década de 1980, se desató una pandemia que causó la muerte paulatina de miles de homosexuales y transexuales -principalmente- alrededor del mundo. El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) fue letal para muchas de nuestras comunidades, dejando a su paso no sólo decesos, sino un estigma que prevalece al día de hoy y nos ha marginado sistemáticamente de los espacios sociales.

El silencio y la omisión de los gobiernos del mundo fueron la herramienta de exterminio de nuestras existencias. Las complicaciones de la enfermedad por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) fungieron como castigo ejemplar para toda persona que desafiara al régimen heterosexual. Esta política de muerte fue –en su esencia- psicopolítica, pues si bien, al día de hoy, la ciencia ha mejorado la calidad de vida de las personas que viven con el virus y las poblaciones LGBT ya no encabezan las estadísticas de trasmisión, quedó inserto en los imaginarios sociales lo letal que significa ser gay, lesbiana, bisexual  o transgénero.

Esta idea nos obligó a vivir encerradxs en el closet por muchos años. Cuando desafiamos el confinamiento y salimos a la calle, la gente suele mirarnos con asco y toma distancia de nosotrxs. Ésto en el mejor de los casos, pues sin miedo al contacto no falta quién nos agreda físicamente. El estatus ontológico de la enfermedad fue desplazado hacia nuestros cuerpos,  inaugurando una cuarentena social que venimos sosteniendo, justamente desde hace ya cuarenta años. Somos un fluido peligroso del que la gente teme contagiarse y en este desplazamiento ontológico pareciera que a quien habría que aniquilar es a nosotrxs. ¿Cómo subvertir este orden que nos coloca como el agente patógeno de la sociedad moralista y de buenas costumbres?

Tal vez la respuesta ya se encuentre en la pregunta, pues si insertarnos como un virus en las estructuras sociales se trata, seamos entonces como un virus.  Y si bien podría aquí decir que, al igual que ellos, podemos atacar a las células homofóbicas y conservadoras de la sociedad, lo cierto es que esto no le haría justicia al virus. Pensar que tienen la capacidad de decidir por sí mismo, es un error antropocéntrico. Un virus existe, se trasmite y se expande por su medio natural. No invade ni destruye, sólo existe.

Así las diversidades sexuales, al igual que otros organismos de la sociedad, tratamos de sobrevivir en lo hostil que puede resultar el ambiente. No existen humanos saludables y agentes patógenos que les atacan, así como tampoco existe una sexualidad correcta y sujetos que la corrompen. La barrera imaginaria que se dibujó entre sociedad heterosexual y homosexual debe comenzar a borrarse, en aras del simple reconocimiento del otro como un sujeto más diferente a uno, como -al final- diferentes y singulares somos todxs.

Hoy, 17 de Mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia a 30 años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desclasificara a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Seamos congruentes con la Historia que nos ha mostrado lo inútil que resulta señalar como incorrecto aquello que -de facto- siempre formó parte de nosotrxs.

Un abrazo desde el confinamiento físico, pero nunca intelectual.