Políticos minotauros

Políticos minotauros
Por:
  • valerial-columnista

El ejercicio de la política se parece –cada día más– al laberinto que diseñó Dédalo, en la mitología griega. Los valientes que se atreven a entrar terminan desangrados por el minotauro —esa bestia mitad toro, mitad hombre que hoy encarnan las redes de macrocriminalidad y el discurso antiderechos—, presos de la avaricia y del ansia de poder.

Más allá de las diferencias de opiniones, lo que vemos con frecuencia estremecedora, son actores políticos que embelesan a los votantes con ideas fáciles pero democráticamente peligrosas o, en los peores casos, con cínicas mentiras. Los ciudadanos entramos al laberinto de la política sin saber que nuestros representantes se han rendido frente al Minotauro.

Aquí, una muestra del borbotón que inunda a la geopolítica del siglo XXI. El primero es Donald Trump, quien cada día da muestra de su doble moral, su desprecio por los migrantes y por las mujeres, o el poco respeto por los otros presidentes. La investigación de la trama rusa muestra que al presidente le importan poco los conflictos de intereses y que no dudaría en anteponer la seguridad nacional frente a las posibles ganancias de sus inversiones. Trump tiene precio pero no valor; se ha aliado con los grupos más radicales haciendo intransitables los caminos del laberinto.

Nicolás Maduro, en Venezuela, ha hecho de la persecución política el sello de su gobierno. El caso más sonado es la detención arbitraria de Leopoldo López, aunque no es el único. Maduro caza a los ciudadanos con la ansiedad sangrienta de un toro hambriento.

Los partidos políticos inmersos en escándalos de corrupción han abierto el paso a los políticos radicales; tal es el caso del PT —Partido de los Trabajadores— en Brasil, sin cuyos delitos de corrupción no se explica el ascenso de un radical como Jair Bolsonaro, más Minotauro que persona.

La investigación de la CIA sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, en Arabia Saudita, señala que el príncipe Mohammed bin Salman fue el autor intelectual del homicidio. Por inverosímil que suene, el príncipe no dudó en estrechar la mano del hijo de su víctima.

La desgracia es que estos casos los vemos en todos los países y en todos los niveles. Pareciera que los políticos no se resisten y se rinden frente a las garras del Minotauro para convertirse en un nuevo monstruo listo para atacar y desangrar a la sociedad civil.

En la narración mitológica, solamente Teseo logra vencer al toro de Minos y salir del laberinto gracias a un hilo de oro sostenido desde la entrada por Ariadna, su novia. Estoy segura de que los caminos de la política están llenos de callejones, peligros y sin sentidos; pero también estoy cierta de que si no se aferran al hilo de oro de la moral, de la decencia y de los derechos humanos, ninguno —ni ellos, ni nosotros— podremos vencer al Minotauro.