¿Qué se debe hacer con los migrantes?

¿Qué se debe hacer con los migrantes?
Por:
  • valeria_lopez_vela

Entre los muchos retos que enfrentan nuestros días, está el delicado caso de los migrantes. Lo mismo en América que en Europa, los países con mejores oportunidades de vida han visto la llegada de miles de personas que piden condiciones para hacer su vida. A veces, buscan escenarios de paz; otras, piden empleo; en la mayoría de los casos, solicitan servicios de salud y de educación.

Ninguna de estas demandas suena descabellada. Es lo que cualquiera de nosotros pediría para uno mismo, para su familia, para sus amigos. Sin embargo, no todas las personas las conseguimos.

Para muchos, la única opción es la renuncia: dejar el lugar donde se vive, las calles conocidas, el idioma de nacimiento, para intentar un nuevo camino en un espacio distinto: a costa de incertidumbre y, muchas veces, de rechazo.

Con lo dicho, no busco respaldar a las posturas sentimentalistas que abren los brazos a los migrantes pero no piensan en los riesgos y en las exigencias que hay que considerar ante la llegada de las caravanas.

Tampoco justifico, en modo alguno, el discurso xenófobo que distingue el valor de las personas en razón de su país de origen o de su situación migratoria.

Creo que los derechos humanos, tal como los entendemos desde hace 70 años, no dependen de las prerrogativas jurídicas estatales sino que apelan a imperativos morales exigentes. Sin embargo, no se puede perder de vista que la viabilidad de los derechos humanos pasa por una planeación presupuestaria.

En un libro publicado en 2000, los abogados Cass Sunstein y Stephen Holmes hicieron un marcado hincapié en el costo que implica proteger las libertades ciudadanas. Los autores señalan que todos los derechos cuestan dinero, y de esa previsión presupuestaria dependen de la acción de los gobiernos. Pero la protección de los derechos también tiene costos sociales.

Así, la protección a los migrantes ha de hacer con apego a los Derechos Humanos y esto pasa por la previsión presupuestaria para su recepción. En Alemania, existe un monto presupuestario específico; a pesar de ello, los costos sociales han sido altos pues las manifestaciones xenofóbicas no han parado. En el caso de México o Colombia, no existe esa previsión aunque los gobiernos han recibido a los migrantes. Es importante que en el próximo diseño presupuestal se haga cargo de esta nueva realidad y no se trate, solamente, de retórica seudo humanitaria cuyo fin sea el lucro político.

¿Por qué? Porque lo que está en juego es la vida de las personas; y no puede ser que los migrantes sean traicionados dos veces: por el país que dejan y por el país que los recibe.

Así, ni sentimentalismos, ni xenofobias, ni respuestas ramplonas. Lo que se necesita es una alineación presupuestaria con los compromisos que implican los Derechos Humanos.