¿Quién manda aquí?

¿Quién manda aquí?
Por:
  • Carlos Urdiales

El nuevo régimen desprecia la simulación, pero ama los mensajes entre líneas. En su respectivo videomensaje, el Presidente electo llamó a serenarse a aquellos alterados (no pocos) por la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco.

De nueva cuenta, descalificó las críticas, al afirmar que lo que está detrás de la orquestada protesta es la frustración de quienes ya habían planeado construir Santa Fe 2.0 en los terrenos del actual aeródromo Benito Juárez. Palabra de AMLO.

El Presidente electo no ofreció prueba de ello ni línea lógica, ya que al tratarse de terrenos federales, sería su gobierno, enemigo jurado de la corrupción, junto con el de Claudia Sheinbaum en la capital, falange del suyo, los que tendrían el poder de decidir qué hacer con esa hipotética liberación de hectáreas. Da igual. La idea central, la más atractiva y sobre la cual no cejará, es desterrar la corrupción. Texcoco será anécdota.

López Obrador grabó el mensaje en sencilla, pero simbólica escenografía: una silla, una bandera juarista y un libro por encima de otros tres; la obra se titula ¿Quién manda aquí? La crisis global de la democracia representativa, de Felipe González, Gerson Damiani y José Fernández Albertos. En la tapa del libro está el mensaje.

El cambio, dijo Andrés Manuel, no es de gobierno, entiéndase, es de régimen; un mandato popular y él, ejecutante de la voluntad social; no será ni florero (adorno), ni el payaso al cual poderosos capitalistas terminen por llenar de cachetadas.

Alusión a palabras suyas, cuando reconoció la institucionalidad del Presidente Peña Nieto, de quien, dijo, terminó desempeñando ese papel a manos de los barones del dinero, que al principio apoyaron y al final, a bofetadas lo trataron. Con él, eso no ocurrirá. Él manda; entérense. Y serénense.

El libro-mensaje colocado ahí, casual, sobre su mesita auxiliar, versa sobre la crisis que vive la gobernanza en sociedades occidentales, en las cuales los pilares de las democracias representativas pierden prestigio y el respeto de sus pueblos. La idea colectiva de que sus intereses no son bien representados por los políticos de siempre, crece. Rompen los moldes convencionales para dar un cauce efectivo, rupturista, a sus demandas.

El libro analiza también cómo es que los gobiernos sufren, se quejan por las ataduras que enfrentan para llevar a cabo planes y políticas públicas singulares; la división de poderes estorba, la fragmentación política frena y la rendición de cuentas quita tiempo.

En ¿Quién manda aquí? hay trabajos de expertos que aportan luz a estos problemas y ofrecen algunas soluciones, reza su sinopsis. Poderoso título para ser visto por todos al lado del Presidente electo. Quizá el drama aeroportuario continúe, reacciones importantes están en marcha, pero el mensaje es claro. La pregunta en la tapa del libro tiene a Texcoco como respuesta.