China: la integración del pasado

China: la integración del pasado
Por:
  • rafaelr-columnista

Xi Jinping y el máximo liderazgo chino han decidido celebrar por todo lo alto el 70 aniversario de la fundación de la República Popular. Fue el 1 de octubre de 1949 cuando Mao Tse Tung, el carismático dirigente campesino que había luchado, primero, por la república junto a los nacionalistas del Kuomintang y Chiang Kai Shek, y luego contra estos a favor del nuevo régimen marxista-leninista, proclamó el nacimiento del Estado comunista chino.

Xi Jinping ha seguido la pauta de las últimas décadas de ejercer la presidencia de ese enorme país y la Secretaría General del Partido Comunista por dos quinquenios seguidos. Así fue con Jiang Zemin en los 90 y con Hu Jintao en la primera década del siglo XXI. Pero el nuevo líder chino, a quien toca gobernar en tiempos de la vuelta al aislacionismo de la derecha occidental, agrega dos acentos que hay que observar: el rescate del legado maoísta y la exhibición del poderío militar.

El desfile en la Plaza de Tiananmén el pasado 1 de octubre fue elocuente en ambos sentidos. Mao ha regresado al centro del ceremonial, luego del enfriamiento de su figura que supuso el gran avance hacia el mercado de esa economía asiática a fines del siglo XX. Pero, a la vez, la reactivación de la carrera armamentista parece colocar a Beijing en una fase acelerada de búsqueda de la hegemonía mundial.

Hasta ahora el astronómico crecimiento de la economía china se había dado acompañado de una participación cuidadosa en los organismos multilaterales a nivel global. La prioridad de mantener buenas relaciones con Estados Unidos y Europa fue sostenida con inteligencia, por los chinos, desde fines de los 70. De ahí que fueran más frecuentes las fricciones de China con potencias regionales, como Japón y Corea del Sur, e incluso con la Unión Soviética y luego Rusia, que con Estados Unidos y la Unión Europea.

En la China de Xi Jinping esa dinámica parece alterarse rápidamente. Las relaciones de Beijing con Rusia son cada vez mejores y el conflicto con Estados Unidos se agrava con cada tuit o exabrupto de Donald Trump. Ese giro se ha reflejado en la más reciente celebración de las siete décadas de la República Popular por medio de un reforzamiento del núcleo simbólico del comunismo nacionalista chino. En 2018 el gobierno chino celebró el 40 aniversario de las reformas y la “apertura” de Deng Xiaoping. Ahora toca celebrar el otro aniversario: el de los 70 años del proyecto maoísta.

La nueva fase de la experiencia china avanza hacia una integración total del pasado. Así como el maoísmo anticapitalista se recupera en el discurso oficial, mientras se profundiza la lógica reformista heredada de Deng, el propio pasado imperial comienza a ocupar su sitio en el culto a la tradición del régimen de Xi. Si Mao puso las Analectas de Confucio en el mismo estante del Manifiesto comunista de Marx y Engels, sus herederos en el siglo XXI parecen decididos a mezclarlo todo: capitalismo y socialismo, nacionalismo y comunismo.