Ofrecerse como modelo

Ofrecerse como modelo
Por:
  • rafaelr-columnista

Mientras los filósofos se regodean en especulaciones sobre los efectos del coronavirus en el orden económico y social contemporáneo, algunos pensadores más a tierra como el italiano Enzo Traverso o el británico John Gray dicen lo que hay que decir. Un estudioso del totalitarismo y otro del liberalismo saben de lo que hablan en días de pandemia.

Los estados saldrán fortalecidos, para mal porque incrementarán su control sobre los ciudadanos, y para bien porque tendrán que asumir mayor responsabilidad en la economía, la distribución del ingreso y los derechos sociales. Los nacionalismos ganarán terreno frente a una “hiperglobalización” mal entendida, pero la lucha por la nueva hegemonía mundial quedará más al descubierto.

En las últimas décadas, el ascenso de alternativas geopolíticas a Estados Unidos y Occidente, como las de China y Rusia, se ha producido en medio de inercias de la Guerra Fría que nublan la comprensión del fenómeno. Algunos, especialmente en lo que queda de la izquierda bolivariana, asumen esas alternativas como opciones ideológicas y políticas diferentes al capitalismo, cuando en aspectos tan sensibles como el medio ambiente, la seguridad social o el apoyo a sectores vulnerables, llegan a ser más despiadadas que muchas economías occidentales.

El coronavirus, dice John Gray, genera una competencia por la imagen del manejo de la pandemia que, en vez de ocultar, exhibe los límites de todos. Su reflexión recuerda un pasaje de una novela de Saul Bellow en la que el protagonista se pregunta qué es lo específicamente norteamericano. ¿El culto a los padres fundadores, a la Constitución y las leyes, a la bandera y el himno? Eso existe en todas partes, pero tal vez en Estados Unidos, dice el personaje de Bellow, la necesidad de “ofrecerse como modelo es mayor que en el resto del mundo”.

¿El resto del mundo? Esa desproporcionada comparación de sí, ya no con otro, sino con el resto del mundo, ni siquiera es estadounidense. Nada más hay que ver la forma en que gobiernos rivales de Washington como el ruso, el chino, el iraní, el venezolano o el cubano están proyectando simbólicamente su combate al Covid-19, para confirmar que “ofrecerse como modelo” es el pan nuestro de cada día.

China presume de tener controlada la pandemia, de abrir Wuhan y de enviar ayuda a decenas de países del orbe. Cuba pregona sin mayores escrúpulos que sus muertos no llegan a 30 y Venezuela que sus infectados no pasan de 200, cuando en El Salvador o Haití ambos indicadores están muy por debajo y no precisamente por la calidad de los servicios de salud o el control territorial del Estado.

El río revuelto de la pandemia se presta a declaraciones como la cubana (“sólo el socialismo salva”) o la rusa: un Estado fuerte -con un líder que gobierna por 36 años consecutivos el país- es la “mejor garantía de la unidad en el confinamiento”. ¿No es eso ofrecerse como modelo? ¿No es esa la versión espectacular del jingoísmo trumpista o bolsonarista?