Repensando el paradigma

Repensando el paradigma
Por:
  • arturov-columnista

Una cascada de malas noticias ocurre durante el último par de semanas. En particular la amenaza del presidente Trump de subir los aranceles a las importaciones de Estados Unidos provenientes de México y, posteriormente, la baja en la calificación crediticia del soberano mexicano por parte de la agencia Fitch han sido dos duros golpes que definitivamente deterioran la perspectiva de la economía mexicana en el corto y mediano plazo.

A pesar de que la amenaza de los aranceles ha sido temporalmente detenida, el daño estructural ya está hecho, y las razones van más allá de un desatino adicional del presidente de Estados Unidos.  Se trata de un cambio mucho más radical en el paradigma económico mundial. Por tanto, sopesar el actual problema a la luz del de los causes tradicionales de la economía “neoliberal” resulta claramente insuficiente.

Al menos por dos años más tendremos la amenaza latente de los aranceles y otras cosas más.  Ya desde la renegociación del actual TLCAN y la posible firma del nuevo acuerdo comercial T-MEC con nuestro vecino del norte y con Canadá, el paradigma del libre comercio ha sido severamente fracturado.

Clara es la posición proteccionista del presidente Trump por disminuir los déficits comerciales de Estados Unidos con China y México principalmente, ignorando las ventajas que se han generado para la región de América del Norte en términos de una mayor eficiencia en el uso de los recursos y bienestar económicos. Porque algo ha quedado muy claro, con el libre comercio, no sólo hemos ganado los mexicanos en términos de empleo y productividad, también los consumidores y empresas de Estados Unidos han logrado mayores niveles de bienestar y eficiencia.

Desafortunadamente, resulta un tanto cuanto ingenuo querer aferrarse a una solución “clásica” bajo las condiciones actuales de mayor proteccionismo. No hay razones para pensar que la relación comercial con Estados Unidos podrá mejorar en los próximos meses. El T-MEC fue la menos peor de las soluciones para México ante la amenaza de destrucción del actual TLCAN. Lo mejor que podemos hacer es mantener lo hasta ahora logrado.

Ahora debemos replantear el modelo de crecimiento a profundidad. Son tres las prioridades: fortalecer la industria y los servicios mediante un programa de industrialización que fortalezca las cadenas productivas; diversificar mercados de exportación (Asia, Europa y Latinoamérica); y, una orientación mucho más acentuada al mercado interno.

Un cambio de esta magnitud requiere una visión de largo plazo -más de 30 años nos llevó modernizar nuestra planta manufacturera aprovechando las ventajas que ofreció el TLCAN-. Asimismo, es una tarea que, si bien debe ser liderada por las políticas públicas, es definitivamente impensable sin la participación de la inversión privada. El apoyo a las empresas ya existentes y fomentar la inversión en todas las áreas es la prioridad.  En este sentido el acuerdo del presidente con los empresarios del Consejo Coordinador Empresarial es más que bienvenido. Pero para concretar el objetivo de lograr incrementar la inversión hasta 25% del PIB, logrando así un crecimiento del 4% anual, se requiere certidumbre, estabilidad económica y política y una visión clara de país para el mediano y largo plazo.