Tren vacío con favelas. Historia de un futuro

Tren vacío con favelas. Historia de un futuro
Por:
  • bernardo-bolanos

Manaos es una metrópolis en el centro del Amazonas brasileño, en cuyas favelas hay 1.2 millones de migrantes que creyeron la propaganda oficial que les prometió mejorar su calidad de vida. Hay allí un estadio para 44 mil espectadores que costó 300 millones de dólares y que está vacío. Fue construido para la Copa del Mundo 2014 y sólo albergó cuatro juegos. Mantenerlo cuesta el triple de lo que se recauda por su uso.

Con sus megaproyectos de infraestructura, AMLO quiere llevar desarrollo al sureste, pero es posible que sólo atraiga población y cree cinturones de miseria alrededor de las cuatro zonas metropolitanas de la región: Villahermosa, Tuxtla Gutiérrez, Mérida y Cancún.

¿Dónde está su error? Faltan parsimonia y deliberación. Debería iniciarse el Tren Maya sólo en el corredor que cuenta ya con demanda potencial: Mérida-Chichén Itzá-Cancún-Playa del Carmen. No se han sopesado las objeciones de los especialistas ni se abre el debate seriamente. La consulta, lo reconoce el Presidente electo, sólo busca legitimar lo ya decidido.

Quienes confunden a Karl Marx con Carl Schmitt creen que la lucha de clases hace imposible la democracia deliberativa. AMLO dice que la democracia tiene dos vertientes: la representativa y la participativa. Se olvida o desprecia a la deliberativa que, sin embargo, es la bandera del grupo político que le ha dado algunos de los cuadros más capacitados técnicamente: la corriente Democracia deliberada (Graciela Márquez Colín, Gerardo Esquivel, Andrés Lajous, etc).

La democracia deliberativa es la democracia en su versión clásica: la que emergió de manera rudimentaria en la antigua Grecia, junto con la filosofía, y que tenía asambleas en las que podían participar los hombres libres. La de los cantones suizos, las consultas indígenas y los debates de candidatos en las democracias liberales. Ella resurge más allá de las elecciones, cuando un debate nacional permite la discusión entre representantes populares, expertos y opinión pública. Pero AMLO no parece nutrirse de teóricos de la deliberación democrática, como Habermas y Rawls.

Obviamente, la máxima ganancia no es el principio que debe guiar los proyectos de infraestructura. Pero se puede, y se debería, conjuntar viabilidad financiera y bien público. Un ejemplo. Supongamos que un centro deportivo con áreas verdes hace felices a miles de personas de una comunidad (deportistas, trabajadores, niños y vecinos). Poco importa que sus terrenos ofrezcan más ganancia convertidos en centro comercial o edificio de lujo, debe protegerse el deportivo. Máxime cuando las leyes impiden que dichos terrenos tengan otro uso. Una pandilla neoliberal que cree que el poder económico tiene el derecho de derrotar a aquella comunidad y a los planes de desarrollo urbano, para poder ganar millones de pesos, normalmente debería ser blanco de todo gobierno de izquierda. Cualquier parecido de este último ejemplo con lo que le sucede al club deportivo más antiguo, no el más fifí, de la Ciudad de México, es mera coincidencia, o no.