Una consulta impopular

Una consulta impopular
Por:
  • eduardon-columnista

El día de ayer comenzó la consulta ciudadana promovida por el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para decidir el futuro del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, una de las obras de infraestructura más relevantes para nuestro país en décadas y la cual parece seguir literalmente en el aire, a pesar de haber sido planteada a comienzos de este milenio.

Desde ayer y hasta el domingo próximo, la ciudadanía ha sido invitada a decidir —al menos, en el discurso— si considera adecuado continuar con el proyecto iniciado en Texcoco —el cual tiene un avance de entre el 20 y 30 por ciento, según a quién se le pregunte— o cancelarlo y optar por comenzar uno nuevo que involucra el rediseño de la base aérea de Santa Lucía y el reacondicionamiento del aeropuerto de Toluca.

Se han puesto sobre la mesa argumentos a favor y en contra de cada una de las propuestas, y se ha hecho principal hincapié en el impacto ambiental del proyecto de Texcoco —lo cual habría que evaluarse más detalladamente en el de Santa Lucía también—. Y es a través de estas posturas ventiladas en medios desde hace unas semanas, a partir de las cuales se espera que la ciudadanía genere una opinión suficientemente informada y decida sobre el proyecto aeroportuario.

Sin embargo, lejos de ser un ejercicio de la democracia participativa más pura que abone a la cultura democrática de nuestro país, el gran problema de esta consulta estriba en que —en teoría— se ha puesto en manos de la ciudadanía una decisión completamente técnica, como si se tratara, más bien, de una cuestión política.

En este sentido, se han dejado de lado cualquier estudio o diagnóstico especializado por parte de verdaderos expertos en la materia que validen la viabilidad y conveniencia de cualquiera de las opciones, para dar paso a un ejercicio de popularidad, en el que se le ha dado la encomienda a la ciudadanía en su conjunto —sea cual sea su formación o área de conocimiento— de tomar tan relevante determinación.

Por otro lado —y no menos grave—, desde que fue concebida la consulta, se cuestionó su validez jurídica y el rigor técnico de su diseño que permitiera garantizar la imparcialidad de la misma, la representatividad en la distribución de casillas y, sobre todo, la certeza de los resultados. Sin embargo, muy lejos de ello, algunos medios han documentado que es posible votar en más de una ocasión, lo cual respalda los argumentos de que se trata de una mera simulación y la teoría de que la decisión ya fue tomada desde hace mucho tiempo.

Pues puestas las condiciones, lo mejor que puede arrojar este ejercicio es que la decisión ganadora coincida con el proyecto técnicamente más viable y adecuado. Y ojalá que, en un futuro, estas determinaciones se tomen bajo argumentos y justificaciones técnicas, pues es mucho lo que se pone en juego como para lanzarlo al ruedo político.