Una cumbre simbólica

Una cumbre simbólica
Por:
  • armando_chaguaceda

Acabó la Cumbre Iberoamericana de Guatemala, donde los mandatarios de América Latina, España y Portugal compartieron visiones.

Con la mira puesta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y el lema “Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”, 16 jefes de Estado y gobierno, unidos a vicepresidentes y cancilleres, revisaron más de 30 programas de cooperación, que abarcan el desarrollo, la ciencia y tecnología, la educación, la salud, el apoyo a la juventud y la mujer, los emprendimientos productivos, entre otros rubros.

Aunque limitada en sus efectos prácticos, dados los retos mayúsculos que imponen la desigualdad y el subdesarrollo de la región, las cumbres se mantienen en momentos en que todos los esquemas de integración y reunión hemisféricos acusan desafíos enormes. Tanto el Unasur, el Mercosur o la OEA, sufren los impactos de las crisis políticas nacionales (Nicaragua, Venezuela), las problemáticas regionales (olas migratorias centroamericanas, amenazas contra los tratados comerciales)  y los retos globales (la reconfiguración de las relaciones mundiales bajo el efecto Trump). Los gobiernos lucen sin rumbo en la volátil situación actual.

La cumbre en sí misma no resolvió ninguno de los problemas de la región, pero su realización es importante. Al reunir a los países latinoamericanos con sus pares España y Portugal constituye un espacio de diálogo que junta de modo parcial los dos bloques de naciones constitutivos del Occidente político, socioeconómico y cultural: América y Europa. Establece cierta continuidad, con su seguimiento de acuerdos, para avanzar en proyectos modestos en esferas educativas, comerciales y tecnológicas. Y permite la transferencia de buenas prácticas entre los gobiernos asistentes.

En esta ocasión, se apostó por la moderación de los discursos. Pese a defender la democracia y la apertura y cooperación económica como activos valiosos, no hubo condenas explícitas a las crisis políticas de la región, como la nicaragüense. Sí se discutió sobre la problemática de los migrantes, justo en medio de la actual ola que atraviesa México rumbo al vecino del Norte. Los mandatarios coincidieron en que sólo con medidas que combatan la desigualdad, la inseguridad y la falta de oportunidades podrá revertirse tan compleja situación de gente desarraigada que escapa en pro de una vida digna de vivirse.

El legado simbólico, más que práctico, de la recién concluida Cumbre puede encontrarse en las palabras del jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, quien señaló que frente a “la construcción de muros, de discursos xenófobos y ultranacionalistas, la comunidad iberoamericana ofrece una alternativa de esperanza basada en valores como el respeto a la diversidad, la solidaridad y el encuentro”. Ojalá se concreten en realidades esos buenos deseos.