¿Usted le cree al Chapo?

¿Usted le cree al Chapo?
Por:
  • Carlos Urdiales

Yo no. Pero eso no importa; lo relevante es que uno de los capos de época en México y allende nuestras fronteras está siendo juzgado en Estados Unidos como uno de los mayores introductores de droga a esa nación y generador sin par, de violencia allá y acá.

En la Corte de Justicia de Brooklyn, en Nueva York, Joaquín Guzmán Loera podría ser sentenciado a cadena perpetua. Los 12 jurados que escucharán alegatos y pruebas de la Fiscalía permanecerán anónimos y bajo estricta vigilancia durante los cuatro meses que prevén que dure el juicio, por cierto, el más caro en la historia penal de Estados Unidos, 50 millones de dólares.

Jeffrey Lichtman, abogado del Chapo Guzmán, inició la defensa de su cliente con un ataque retórico al Presidente Peña Nieto y a su antecesor, Felipe Calderón, a quienes afirma, el capo sobornó con millones de dólares. Tan pronto la declaración se conoció, el último presidente panista lo desmintió por Twitter; “falso y temerario”, dijo Calderón Hinojosa.

Eduardo Sánchez, vocero del Presidente Peña Nieto, lo secundó por la misma vía: “el gobierno de @EPN persiguió, capturó y extraditó a Guzmán Loera…”, así rechazó cualquier otra acusación en ese sentido.

La estrategia inicial de los defensores del Chapo no sólo es acusar a los políticos con mayor poder y notoriedad; Jeffrey Lichtman afirmó que desde 1993, con el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en el aeropuerto internacional Miguel Hidalgo de Guadalajara, autoridades federales e Ismael El Mayo Zambada acordaron echar la atención policiaca y mediática en contra de su cliente, dejando campo libre a quien, afirma, es el verdadero líder del Cártel de Sinaloa, El Mayo, no El Chapo.

En esa lógica, Lichtman pretende convencer al jurado de que su cliente, Guzmán Loera, es en realidad una pieza menor en un entramado mayúsculo de narcotráfico entre México, Colombia y Estados Unidos, un chivo expiatorio, víctima de una conspiración entre autoridades mexicanas y compinches del Chapo para distraer a la opinión pública.

Las delaciones alrededor del juicio de la década, el proceso Mamut (así le llaman en Estados Unidos), soltarán éstas y otras bengalas mediáticas, señalamientos cimentados en lo obvio; que autoridades municipales, estatales y federales están en la nómina del Chapo, del Mayo, de su hijo El Vicentillo y de otros criminales que han alimentado durante décadas, la demanda estadounidense de drogas y la violencia en México.

Más allá de personajes a los que el imaginario quisiera ver en picota, hay nombres y apellidos de jueces, ministerios públicos, jefes policiacos, comandantes castrenses y gobernadores que permiten la operación del trasiego de droga.

Hombres sin fama, reales mecenas del crimen corporativo, paraestatal, que asesina, envicia y pudre a generaciones esclavas de su poderío corruptor. Ésos son los que importan y los que tiemblan. Lo demás son artificios inaugurales de un juicio histórico.