Venezuela: los buenos contra los malos

Venezuela: los buenos contra los malos
Por:
  • gabriel-morales

Simplificar el mundo entre buenos y malos es quizás un mecanismo cognitivo del ser humano para tratar de entender el ambiente que lo rodea; o tal vez sea una herencia de la tradición histórica occidental, que nos ha enseñado a entender el mundo de una manera maniquea.

Los aliados (ésos que lanzaron dos bombas atómicas) en contra de los malos nazis; los héroes republicanos españoles, ésos que en aras de la victoria acribillaron a trotskistas y socialdemócratas en la retaguardia, en contra del mal franquista.

Y es que parece que cuando se trata de hacer un análisis socio-histórico de hechos complejos somos incapaces de ver matices. Es justamente este tipo de razonamiento el que he visto no sólo en cientos de tuits sobre la crisis en Venezuela, sino incluso en medios de comunicación y análisis de expertos.

Así que, en aras no de justificar u otorgar la razón histórica, sino de entender, he tratado de alejarme del maniqueísmo sentimental para tratar de analizar lo que acontece. Queda claro que Maduro no es ningún líder socialista que busca la defensa del pueblo.

Con una inflación de más de 1,000,000 por ciento, más de 3 millones de refugiados y 90 por ciento de la población en condiciones de pobreza, Venezuela pasa por una de las crisis económicas y humanitarias más profundas de la historia reciente.

Además de la catástrofe económica, Maduro, un líder inepto y megalómano, ha destruido las ya de por sí endebles instituciones democráticas, apresando y reprimiendo a opositores, secuestrando al Poder Judicial e ignorando a la voluntad del Legislativo. Sin embargo, a pesar de las terribles condiciones en las que viven los venezolanos, Maduro ha logrado sostenerse en el poder por dos motivos. El principal es su relación con el Ejército y con milicias que patrocina el Estado. Estos grupos, que se han enriquecido al amparo del poder y controlan la economía nacional, no están dispuestos a dejar a Maduro, pues saben que sus privilegios están enteramente ligados al régimen.

En segundo lugar, hay un grupo minoritario de la población leal al régimen, un grupo que antes de la victoria de Chávez pagó las cuentas de la austeridad impuesta por el Fondo Monetario Internacional, y que logró salir de la pobreza (me pregunto si han regresado a ella) gracias a las políticas sociales del chavismo.

Y luego está la oposición. Aunque queda claro que Maduro debe dejar el poder, ¿justifica esto nuestro apoyo a un golpe militar y al intervencionismo estadounidense de la mano del presidente Trump? ¿Se nos han olvidado ya décadas de dictaduras militares represoras en la región que se sostuvieron con el apoyo de Wa-

shington? ¿Se nos olvidan ya Chile, Nicaragua, El Salvador, Granada y Panamá en donde en aras de “vencer al comunismo” o “acabar con la corrupción”, Estados Unidos financió la represión o decidió invadir? ¿Se nos olvida además que Chávez llegó al poder después de décadas de corrupción y marginalización del pueblo venezolano?

Ninguna de estas cosas justifica la dictadura de Maduro, sin embargo, si no logramos entender los orígenes del chavismo y se nos olvidan las consecuencias del intervencionismo estadounidense, no sólo fortalecemos los argumentos de Maduro, sino que estamos sentando las bases para la prolongación indefinida del conflicto.