¿Y si te digo que tienes el 30 por ciento de descuento?

¿Y si te digo que tienes el 30 por ciento de descuento?
Por:
  • jacqueline tapia

O quizá el 25 por ciento de descuento, seguramente te daría mucho gusto, pero si te dijeran que ese descuento no es para que adquieras algún producto, sino que es un descuento que te estarán aplicando en tu sueldo mensual.

Qué sucedería si además descubrieras que otra persona en tu empresa, con tu mismo puesto, gana más y que descubrieras que te están haciendo ese descuento por tu género. Seguramente pensarías que te están dando un trato diferenciado, es más, que te están discriminando. Pues ésta es una realidad, a las mujeres se les paga menos y/o tienen menos oportunidad de ocupar puestos de toma de decisiones.

Ante esta realidad, la senadora Patricia Mercado, quien tiene en sus orígenes experiencia en temas laborales, además de ser una de las feministas más importantes del país, lanzó una iniciativa que busca reformar y adicionar diversas disposiciones de la Ley Federal del Trabajo y de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, para terminar con esta discriminación y flagelo social.

Según el Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar número 128 de 144 países en términos de desigualdad de los salarios entre hombres y mujeres, y es que, en México, una mujer puede ganar hasta 30% menos que un hombre por realizar el mismo trabajo o uno de igual valor.  Tan conscientes estamos de lo que significa este porcentaje, que sería casi imposible rechazar una oferta así, en la compra de algún bien.

Desafortunadamente persiste una práctica generalizada de privilegiar los salarios de los hombres por encima de los de las mujeres, pero ¿por qué a las mujeres nos pagan menos? Pues porque en el imaginario social, aún está la idea que el proveedor es el varón y que las mujeres trabajamos o mientras nos casamos, o trabajamos para “completar el gasto”, o en lo que nos embarazamos, que es, por cierto, la principal causa de discriminación en México y en la CDMX al ser despedidas por este motivo.

Y pese a que datos como los del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social dicen que las mujeres aportamos una tercera parte de los ingresos de los hogares y que una mayor participación de las mujeres se asocia con menores niveles de pobreza, estos juicios hacen que las mujeres lleguemos a la fuente empleadora en situación de desventaja; entramos a un empleo cargando prejuicios y entonces, hasta parece que existen motivos fundados para que el salario sea menor.

Debemos cambiar varias lógicas laborales, sociales y en el entorno de las familias. Es decir, las parejas deben asumir de manera conjunta y equilibrada los cuidados y las labores del hogar y la sociedad ver cada vez con mayor gusto la paridad entre hombres y mujeres.

Es necesario que las fuentes empleadoras se arranquen sus prejuicios y los estigmas alrededor de las mujeres trabajadoras. Ni mejores, ni peores, sólo diferentes, pero eso no significa una paga desigual. Cada vez que le pagamos menos a una mujer, no sólo la afectamos a ella, afectamos a su familia, afectamos a la sociedad y afectamos a México.

Por cierto: Hoy que tocó hablar del Senado, qué bien que por unanimidad ya se aprobó garantizar el derecho de las parejas del mismo sexo a la seguridad social.