Bellavista y La Concha, dos sitios culinarios frente al mar

Bellavista y La Concha, dos sitios culinarios frente al mar
Por:
  • larazon

Foto Especial

Sobre la carretera escénica de Acapulco frente a Puerto Marqués, se alzan Las Brisas, el hotel que se funde con el monte en espléndida vista a la bahía. A lo alto se ubica el restaurante Bellavista, y a nivel de mar, el restaurante La Concha, acariciado por el tronar de las olas del Pacífico mexicano: dos paradisíacos enclaves gastronómicos en la bahía de Acapulco.

En lo alto, una gran terraza del emporio de cabañas privadas y prados selváticos, se levanta el restaurante Bellavista, diseñado sólo para cenar, tal vez una de las vistas más hermosas de Acapulco, desde donde el comensal goza y retoza con la mirada los cerros iluminados.

De la montaña donde se ubica el hotel sin playas, hay que descender en un transporte exclusivo a su club de playa donde está el restaurante La Concha, encima de un disimulado agreste arrecife, se levanta sobre el ajetreado mar, ahí el turista recibe la brisa marina en su estadía de la mesa, para degustar a la hora de la comida una flota de platillos.

Para Carlos Fuentes,

un caballero gourmand

La mirada se pierde en el horizonte nocturno lleno de luces a lo lejos; ahí surge el imponente Restaurante Bellavista en una terraza retro de media luna con acabados de piedra oxidada, donde las mesas reposan a la noche, pues es un lugar nocturno con una carta diseñada para amantes o sibaritas.

Bajo las estrellas la excepcional cocina del chef Alain Deruin, acapulqueño de ascendencia francesa, con una tradición de cien años de la familia en Acapulco, experto en alta gastronomía de vanguardia e internacional. Su especialidad es la Langosta Bellavista. Platillos clásicos y añorados como el salmón a la sal o ahumado. La cocina evoluciona como los lugares, explica sonriente y altivo Deruin.

El estilo del chef Deruin, “es un estilo bueno, sencillo no fácil, no rebuscado, respetando los ingredientes y las recetas básicas”, relata. Una salsa de vino tinto mezclado con puré de chile pasilla para acompañar un cordero, es una fusión, por ejemplo.

Estamos en el Acapulco de pescado y marisco fresco, donde se sirve de acuerdo a la pesca del día, “no congelamos el pescado”. Rotación en la frescura. “No olvidemos que estamos en Acapulco y Acapulco es tradición, es el pescado a la talla con los pies en la arena, a las brasas o al mojo de ajo, donde los sopes, el vuelve a la vida, el caldo de camarón, que con un plus lo tenemos en nuestros restaurantes: fusionar sin perder el toque”, explica el orgulloso chef. Entonces sirve al periodista: Carpaccio dueto de res y langosta con aceite de trufa. Ensalada de endivias con queso de cabra, aderezada con miel aromatizada con trufa blanca. Chuletas de cordero y camarones gigantes.

Cada viernes hay un menú deferente de cuatro tiempos que retoma menús de sitios de abolengo internacional como el Pie de Couchón, el Maxims o el Julio Verne de París. Con el fin de que la gente sepa degustar y aprenda, tanto el comensal local como el turista. Una escuela para el paladar.

Tacos de pescado al pastor en una presentación en canasta de bambú y tortilla hecha a mano. Todo el producto es de la región. Arroz negro con camarones en la tarde soleada cuando el sol se mete. La cocina mediterránea de La Concha.

Aquí se sirve el clásico ceviche acapulqueño: pescado fresco con limón, salsa mexicana con jugo de tomate y con jugo de naranja. El secreto: el aceite de olivo se pone a calentar con una cabeza quebrada de ajo, Fuera del fuego, tamizado, se le agrega orégano e inéditamente se vierte al ceviche, al último va el cilantro troceado. La clave: que es preparado al momento.

Hoy en Acapulco la tradición gastronómica se está pasando a la siguiente generación, hay una herencia turística en los grandes restaurantes y en la playa, “así se venda la cubeta de camarones y ostiones en la playa”, recuerda el chef, pues “venimos de familias de cocineros”.

Sólo Las Brisas lleva medio siglo y sigue vigente, como su publicidad: el famoso anuncio de “te peinas cuña” con sabor costeño; los niños buscadores de monedas y que “le mueven le pancita”, sus playas tranquilas, el barco de fondo de cristal, los paseos nocturnos en yates. “Somos fieles al jueves pozolero blanco y rojo. Con su respectiva botana. “Y lo estoy planeando para los restaurantes, con su plus, claro”, concluye el chef.

Alain Deruin

Chef

“No olvidemos que estamos en Acapulco y Acapulco es tradición, es el pescado a la talla, a las brasas o al mojo de ajo, que con un plus lo tenemos en nuestros restaurantes: fusionar sin perder el toque”