Me quedé en pausa con la llamada de Brisa el viernes 18: Danny Yerna, jefe del underground mexicano, había muerto durante la noche del jueves. Además de ser un tipazo que irradiaba una frecuencia cálida, confiable y generosa, el Danny articuló y desarrolló dos movimientos contraculturales en México entre los 80 y los 90: la escena musical subterránea desde el bar / foro Tutti Frutti –nuestro CBGB donde nos conocimos– y la introducción del arte corporal moderno desde su estudio Wakantanka de tatuajes y perforaciones. Tuvo una gran influencia en muchas personas como uno, era lo que Jack Kerouac llamaba un loco por la vida y, al igual que el beat, su única verdad era la música.
Aterrizó por acá durante los 80 importado desde Bélgica por Brisa Vázquez. Llegó con nada, salvo su colección de vinilos. Juntos abrieron el bar clandestino Tutti Frutti en 1985, el antro para bailar slam en las ruinas del temblor. En ese ático nació una escena subterránea con la música que hacía la diferencia: punk, garage, psycho, dark, goth, rockabilly, hardcore, cyber, industrial y dos tornamesas. Brisa preparaba las pociones tras la barra. Ahí crearon una comunidad en torno a la música que hoy persiste, un espacio natural para los grupos de hardcore como Atóxxxico, Massacre 68 y muy pronto se convirtió en el paso iniciático de Santa Sabina, Café Tacuba, Caifanes, la Lupita, Café de Nadie y bandas del espacio exterior: The Monomen, The Bayou Pigs, The Hellbillys y The Ultra 5, quienes grabaron Live in Mexico City. El Tutti cerró en 1992 y Danny se mudó al radio en WFM y a otras cuevas como la Iguana Azul, el Under y el Bizarro. A donde fuera, su movida lo seguía. Fue el diyei invitado en los conciertos de los Cramps y Motörhead, además escribía su sección “Desde la cueva” en el fanzine Picahielo que publicábamos en la universidad.
SIMULTÁNEAMENTE INTRODUJO EN MÉXICO el arte corporal de manera profesional, pionero de las tendencias de los nuevos primitivos y el dharma punx, que combina el arte dérmico, yoga y meditación. Aquí abrió el primer estudio: Wakantanka Tattoo & Body Piercing. Con su entonces pareja, Karem Martínez, editó la revista TatuArte en la piel y publicaron el libro Perforaciones corporales, ritos, tradición, moda y dolor.
Danny era conocido por su ética de trabajo emprendedor 100% DIY y su transparencia. En la pandemia nos juntamos para editar su autobiografía, una vida trepidante. Trabajamos un índice, era un testimonio oral y empezó a grabar los audios para transcribirlos con aplicación, incluso hicimos un par de portadas con Fer Cortés. Todo se interrumpió por unos síntomas y la operación para quitarle un tumor como pelota de golf en la cabeza. A las dos semanas ya estaba en el estudio, pero la autobiografía quedó pendiente. Vivía para su hijo Yoshi, para la música y el arte corporal. Nos vimos un par de veces y hace unos días nos tomamos unas cervezas para brindar por mi libro. Pero al parecer el tumor volvió y un infarto lo fulminó. Murió un amigo que inspiró, movió y marcó muchas vidas. Se siente vacío y silencio como el día que murió la música.
