REDES NEURALES

La (pre) historia de las psicosis

El cirujano (ca.1550-1555) de Jan Sanders van Hemessen.
El cirujano (ca.1550-1555) de Jan Sanders van Hemessen. Foto: Fuente > Creative Commons

Los trastornos de la salud mental significan un gran reto para la ciencia porque su estudio requiere una integración de tradiciones diversas: de la biología a la antropología, del análisis de lo mental al análisis de la conducta, de la neurociencia a la psicología. Un debate clásico es el siguiente: ¿las ciencias clínicas descubren enfermedades y padecimientos que son parte de la condición humana, o más bien construimos las categorías de lo patológico de manera convencional? ¿Debemos entenderlas como ficciones intelectuales? ¿O es mejor pensar que construimos modelos científicos preliminares y perfectibles para aproximarnos a problemas que existen realmente, pero que sólo conocemos de manera parcial?

¿Cómo sabemos si los trastornos que diagnosticamos hoy existían antes de que la medicina y la psicología elaboraran las categorías diagnósticas actuales? Cuando la investigación patológica postuló que el faraón Ramsés II pudo haber muerto de tuberculosis, porque su momia contenía el bacilo de Koch, el filósofo Bruno Latour declaró: “¿Cómo pudo morir a causa de un bacilo descubierto por Koch en 1882? ... Antes de Koch, el bacilo no tiene una existencia real.” Según Latour, decir que el farón murió de tuberculosis en la antigüedad egipcia es tan anacrónico como afirmar que murió por disparos de una ametralladora. Me parece que el chiste se cuenta solo. Las ametralladoras realmente son inventos humanos, mientras que el bacilo de la tuberculosis es un descubrimiento científico. Pero el problema de los trastornos psiquiátricos no es tan sencillo. ¿Se puede decir con objetividad que estos problemas han acompañado a la humanidad desde sus orígenes, como el bacilo de la tuberculosis? Para avanzar en esta discusión, voy a tratar uno de los fenómenos centrales de la psicopatología: el problema de la psicosis, que se caracteriza por delirios y alucinaciones, y desorganización del pensamiento y la conducta. El concepto surgió a mediados del siglo XIX, pero los antecedentes se remontan a la Antigüedad.

LA TRADICIÓN GRIEGA de la medicina, resumida en el Corpus Hippocraticum, incluía cinco categorías importantes para el desarrollo de la psicopatología moderna: la frenitis, la letargia, la manía, la melancolía, y la paranoia. Las tres últimas forman parte de nuestra terminología psiquiátrica actual, pero debemos tener cuidado de no hacer un juicio anacrónico al suponer que su significado original tenía una correspondencia directa con nuestras definiciones actuales. Se han escrito libros incontables acerca de la manía, la melancolía y la paranoia. Por mi parte, quiero centrarme ahora en la frenitis, porque el concepto actual de las “psicosis” se relaciona con esa vieja categoría médica, y la palabra “esquizofrenia” usa la misma etimología.

El término phrenitis es una combinación del sufijo “-itis”, utilizado en la medicina griega para denotar una enfermedad, y phren, “una parte del cuerpo que, desde la época homérica, se consideraba responsable del razonamiento y el pensamiento inteligente”. El vocablo phren fue perdiendo gradualmente su asociación con la inteligencia, y al final se convirtió en un concepto anatómico: el diafragma, que hace posible la respiración. La phrenitis está bien representada en el Corpus Hippocraticum. La sección titulada Catorce casos en el Libro I de las Epidemias presenta descripciones clínicas claras que muestran la relación entre la fiebre y síntomas como alucinaciones y estados delirantes. Por ejemplo, el Caso I sufre de pérdida de sueño, “habla irracional” y se describe como “fuera de sí”. El Caso II es representado como alguien que pierde el sueño, divaga, ríe, canta, sin capacidad para controlarse, antes de pasar a un estado de coma y morir. El Caso III se refiere a un hombre que no puede dormir, sufre de estados delirantes, “habla incoherente”, está “fuera de sí”, pero con intervalos lúcidos en los que se muestra racional. El Caso IV trata sobre una mujer que también sufre de un delirio fluctuante acompañado de convulsiones; presenta “intervalos lúcidos” de “recuperación de la razón” antes de fallecer. La mayoría de los catorce casos hacen una descripción clara de esta pérdida aguda del comportamiento racional en el contexto de fiebre e infección, que a veces conducen a la muerte. En la medicina romana, apareció el término delirium, que a veces se utilizaba como sinónimo de phrenitis, centrado en las alteraciones conductuales agudas observadas en pacientes con fiebre aguda, y el término frenitis comenzó a usarse para describir a personas que padecían síntomas similares, sin fiebre y de manera crónica. El término phrenitis fue abandonado gradualmente, pero la forma romana de la palabra, delirium, fue un término exitoso y se encuentra en las taxonomías diagnósticas de la Organización Mundial de la Salud y de la Asociación Psiquiátrica Americana.

SEGÚN GERMÁN E. BERRIOS, el erudito de Cambridge, los conceptos de phrenitis y delirium son importantes para la historia conceptual de la psicosis. A principios del siglo XIX, antes de que se formulara el concepto de psicosis, los términos dominantes utilizados por alienistas y juristas eran insania, alienación y demencia. Insania se usaba como sinónimo de locura, y abarcaba todo tipo de estados delirantes acompañados de desorganización de la personalidad y del comportamiento. La estructura psicológica de la insania fue redefinida por John Locke en 1690, aunque era de origen antiguo. En cuanto a la “alienación mental”, fue el término escogido por Philippe Pinel en su Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale de 1801, que incluía cuatro categorías generales: manía, melancolía, idiocia y demencia. En tiempos de Philippe Pinel, el término demencia se utilizaba para diagnosticar estados de deterioro psicológico. El auge de la neurología condujo a una división entre la “demencia orgánica”, relacionada con el daño cerebral, y las “demencias vesánicas”, que abarcaban estados de deterioro severo en el contexto de la locura crónica.

La etimología proviene del latín vesanus, traducido como “loco” o “demente”.

La palabra “psicosis” fue introducida por el médico, poeta y filósofo austriaco Ernst von Feuchtersleben en su obra de 1845, Principios de la Psicología Médica. Bajo el término “psicosis”, von Feuchtersleben incluyó problemas como la insania, los delirios fijos, la monomanía, y tobsucht (“locura en el sentido más amplio”). Los síntomas descritos por la medicina griega y romana en el contexto de la frenitis y el delirium (delirios, alucinaciones y desorganización del pensamiento) sirvieron como modelo para el nuevo concepto de psicosis, que sería el punto de partida para la reorganización de la psicopatología. En síntesis, la (pre)historia del concepto indica que los síntomas de la psicosis fueron observados desde la Antigüedad, en el contexto de las epidemias, pero también de manera crónica, sin fiebre. A mi juicio, el concepto de psicosis articula fenómenos que son parte de la condición humana, pero estos fenómenos, por su naturaleza intersubjetiva y conductual, están abiertos a la interpretación psicológica. Es por esto que el debate entre los pensadores naturalistas y los constructivistas seguirá vivo por mucho tiempo.

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