La pulsión mítica de El Eternauta, una conversación con Martín Hadis

Héctor Orestes Aguilar, ensayista conocedor de lo que sucede en el terreno literario internacional, convenció a Martín Hadis —descubridor de múltiples aristas en la obra de Borges, entre ellas la de Borges Profesor, como se titula su libro en colaboración con Martín Arias—, de divulgar en El Cultural su prólogo a El Eternauta y luego se sentó a conversar con él. Lo que sigue es el resultado de ese encuentro entre dos críticos y lectores de una de las leyendas de la cultura popular argentina.

El Eternauta
El Eternauta Foto: Especial

Eres muy conocido en la escena literaria argentina —y en general entre los lectores en español— como uno de los investigadores de la obra de Jorge Luis Borges que más y mejor ha contribuido en los últimos veinte años a dar luz sobre muy diversos aspectos, olvidados o desatendidos, de la genealogía cultural, la trayectoria docente y el entorno familiar inmediato del autor de “El Aleph”. Para situar mejor tu obra ante los lectores mexicanos, cuéntanos cómo te formaste como investigador, ensayista y, de cierta forma, historiador literario; y cómo fue creciendo y refinándose tu extraordinaria curiosidad intelectual.

El Eternauta
El Eternauta ı Foto: Especial

Mi formación tuvo varias “capas”, por así decirlo. Borges estuvo allí desde que nací, prácticamente. Mi abuela, que me hablaba en inglés desde pequeño, fue una gran intelectual. No fue para nada conocida, porque se enfocó en la pedagogía de lenguas, pero estaba en una suerte de vórtice literario. Fue compañera de colegio de María Rosa Lida quien la llevó a leer La Celestina. Fue asimismo discípula de Pedro Henríquez Ureña. También muy amiga de Ana María Barrenechea. Desde que yo era muy pequeño, ella me contaba de Borges. Yo no tenía idea de la importancia de toda esta gente. Tampoco de Borges. Pero me fascinaba, y “Anita”, como le decíamos en casa, me explicaba los cuentos y poemas de Borges. Esto siguió por varias décadas. En los últimos años, la pasaba a buscar por su casa e íbamos a conversar a un café que todavía existe que se llama Tolón y que yo he rebautizado internamente como “Tolón, Uqbar, Orbis Tertius”. En todo caso, un buen día me di cuenta de que Ana María Barrenechea era una de las figuras más relevantes de la filología y la crítica literaria en lengua española del siglo XX. Para entonces ya me había enseñado sobre Borges durante muchos, muchos años. Por el otro lado, siempre me han interesado los mismos temas que le interesan a Borges: los idiomas antiguos, las religiones, la filosofía y las ciencias. Como sabes, esos son —entre otros— los temas que he estudiado. Por eso me he sentido siempre “en casa” en su obra y su ámbito.

Además de admirar tu singular interés y proximidad con el universo borgesiano, me sorprendió mucho, al ir conociéndote, que te interesaras tanto por la obra de un autor que ahora es el más debatido en los medios argentinos, Héctor G. Oesterheld, creador del globalmente célebre El Eternauta. Incluso escribiste con Mariano Chinelli un libro sobre él, H.G. Oesterheld. Más allá de Gelo (Planeta 2014), al que —a decir verdad— no se le ha hecho justicia. Cuéntanos cómo llegó a ti esta obra clásica de la ciencia ficción, cómo te impactó y lo que significa para la cultura argentina.

TE RECOMENDAMOS:
Conjuros viajeros
Siempre me han interesado los mismos temas que le interesan a Borges: los idiomas antiguos, las religiones, la filosofía y las ciencias. 

Oesterheld fue un genio inusual, incomprendido en su época e incomprendido hasta ahora. Fue un erudito, un científicoy un sabio, que curiosamente eligió la historieta como medio de expresión. Hizo esto porque pensaba que era una gran manera de transmitir conocimientos y fomentar vocaciones entre los niños, sobre todos entre aquellos que no tuvieran acceso a los libros.

A El Eternauta llegué también de pequeño. Lo leí por primera vez cuando tenía diez años y me fascinó. En ese libro que mencionas, Oesterheld afirma que su objetivo es escribir ciencia ficción de un modo “nuestro” y luego aclara que con eso quiere decir “de un modo argentino, pero no folklórico”, es decir, de un modo que no sea forzado ni deliberadamente argentino. Luego, sostiene que esa ciencia ficción “nuestra” no debe ser la de Bradbury, ni la de Clarke ni la de Italo Calvino. Lo interesante es que al negarlos se está posicionando implícitamente en el centro de ellos tres. Y tiene razón en hacerlo: literariamente, esa es su orientación. Las obras de Oesterheld están llenas de la nostalgia deBradbury, de la curiosidad científica y la profundidad casi religiosa de Arthur C. Clarke, y también contienen múltiples planos de interpretación y una creatividad abigarrada, como las obras de Italo Calvino. Por todos estos motivos, Oesterheld es un escritor muy especial. No hay muchos escritores así, y menos dentro del género de ciencia ficción. Es un rara avis. Se dice que El Eternauta es “una historieta” o “un comic” pero es mucho más que eso. Tiene un registro mítico y simbólico, que hasta ahora no ha sido no sólo analizado sino siquiera detectado por la crítica, y que es cercano al de Borges.

El Eternauta
El Eternauta ı Foto: Especial

¿Por qué crees que la adaptación de la novela gráfica realizada por Netflix ha despertado tanto furor e incluso encendido polémicas en Argentina, no sólo para quienes leyeron el cómic en la infancia, sino en generaciones más recientes?

Creo que eso se debe, en parte, a que El Eternauta es un relato muy argentino. Por primera vez los extraterrestres, que tenían por hábito invadir ciudades norteamericanas y europeas invaden nuestra propia ciudad. Los edificios, destruidos por la invasión y las tecnologías alienígenas, son los mismos que puedes ver hoy en día en Buenos Aires. Como tú mismo habrás notado: la glorieta de la plaza Barrancas de Belgrano queda a pocas cuadras de la Embajada de México. Por otro lado, creo que El Eternauta, por su carácter mítico, es como La Odisea: cada lector encuentra reflejado en sus páginas lo que trae consigo. Oesterheld escribió El Eternauta entre 1957 y 1959. Por ese entonces no tenía actividad partidaria alguna. A pesar de ello, muchos creen ver en su obra una anticipación de lo que ocurrió en la Argentina (y lo que le ocurrió a Oesterheld) casi veinte años después de que fuera publicado. No descarto esa interpretación de plano, pero sí me permito decir que es una entre muchas.

Se habla de El Eternauta como una ‘metáfora de la resistencia’. Pero sus protagonistas no son partisanos, son gente común que intenta sobrevivir frente a una amenaza incomprensible.

¿Consideras válido que se esté politizando de manera tan excesiva la recepción de la miniserie –sobre todo en redes sociales— tal y como lo estamos presenciando en estos días en Argentina? Aún mejor: para alguien que no tenga la menor idea del contexto político y social en el que fue creado El Eternauta, ¿le sirve de algo atender los debates ideológicos y políticos tan álgidos alrededor de la obra?

No me parece que los debates políticos alrededor de la obra tengan demasiado sentido. Es una obra de ciencia ficción, escrita siguiendo la tradición de invasiones extraterrestres iniciada por Wells en 1898 con La guerra de los mundos. La obra se sostiene sola. Hay varios factores que inciden en esto: En primer lugar, Oesterheld escribió sucesivas revisiones de El Eternauta y les fue agregando un sesgo político cada vez más fuerte. En 1969 escribe una segunda versión que es una suerte de denuncia antiimperialista: los extraterrestres se alían con las grandes potencias a cambio de que les entreguen Sudamérica. Una premisa que desde el punto de la ciencia ficción resulta absurda. Ninguna civilización alienígena, capaz de atravesar los abismos entre las estrellas e invadir planetas enteros necesita aliarse con facciones locales. Es como si tú te aliaras con ciertos pájaros en contra de otros porque necesitas tirar abajo un árbol. ¿Quién haría eso? Ninguna especie extraterrestre necesitaría hacer algo así; de hecho, le exigiría un gran esfuerzo que no se justificaría en absoluto. No hay metáfora política en esto, lo digo estrictamente en términos de lo que me resulta plausible o no en términos de ciencia ficción.

Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix).
Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix). ı Foto: Fuente > Especial

Pero regresemos a Oesterheld. En 1971 escribe otra historieta, ya totalmente politizada, con otra invasión extraterrestre (Guerra de los Antartes), en que profundiza esta idea. Si el mismo Oesterheld le agregó a esas sucesivas versiones y reescrituras un sesgo político, es porque evidente-mente él mismo consideraba que la versión original no lo tenía. Al mismo tiempo, es indudable que al escribir El Eternauta debe haberse visto influido por el clima de su época. Pero estaba escribiendo a fines de la década de 1950, dentro de la tradición iniciada por Wells en 1898. Entonces, no podemos decir que la relación entre El Eternauta y su contexto fuera inexistente, pero definitivamente no era lineal.

Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix).
Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix). ı Foto: Fuente > Especial

En segundo lugar, si El Eternauta estuviera tan atado a la política argentina, no sería el fenómeno global que es. Y con esto no me refiero a la serie. Antes de que se estrenara ya había traducciones de El Eter-nauta a nueve idiomas. No es sensato creer que el éxito que han tenido las traducciones de El Eternauta al croata, al griego, al finlandés o al chino se deben a que sus lectores de esos países tengan un profundo conocimiento de la historia argentina reciente. El Eternauta resuena en todo el mundo porque lo que plantea es universal.

Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix).
Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix). ı Foto: Fuente > Especial

Por último, se habla de El Eternauta como una “metáfora de la resistencia”. Pero sus protagonistas no son partisanos, son gente común que intenta sobrevivir frente a una amenaza incomprensible. Lo primero que piensan en hacer es huir de la ciudad a un lugar remoto. Dedican sus primeros esfuerzos a buscar suministros. Luego, durante un tiempo integran un ejército torpe e improvisado que, predeciblemente, termina pulverizado por los invasores. Y el mismo Oesterheld deja claro que su inspiración para El Eternauta fue Robinson Crusoe. Literalmente escribió en 1975: “El Eternauta, inicialmente, fue mi versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, preso, no ya por el mar sino por la muerte”.

Estamos por lo tanto ante un relato de supervivencia, que es a la vez una búsqueda de quiénes somos, una exploración de la identidad en medio de un tiempo y un espacio que resultan ser infinitos.

Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix).
Escenas de la serie argentina El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín (Netflix). ı Foto: Fuente > Especial

Finalmente, ¿hay vasos comunicantes imperceptibles, para el lector común, entre Borges y Oesterheld? ¿Por qué y cómo un erudito como tú aborda, con la misma pasión y pulsiones con las que has estudiado a Borges, la obra de un autor dedicado a la historieta, la literatura infantil y la novela gráfica, géneros considerados menores dentro de la cultura literaria?

Porque Oesterheld eligió la historieta para expresarse del mismo modo que otros eligen el cine o el teatro. Como digo en mi próximo libro, afirmar que El Eternauta es “una historieta”, es como afirmar que las obras de Borges son “texto”. Eso habla de su medio y su formato, no de su contenido. Mi enfoque al leer El Eternauta es el mismo que aplico al leer las obras de Borges. En El Eternauta hay mucho más de lo que salta a la vista.

Temas:
TE RECOMENDAMOS:
Chocolate abuelita