LA CANCIÓN #6

Pepe Návar (1955-2025)

Pepe Návar (1955-2025)
Pepe Návar (1955-2025) Foto: Cortesía del autor

“SOY UN TRAFICANTE de rocanrol y cine”, solía autodefinirse José Xavier Návar, quien murió en junio a los 70 años por complicaciones debidas a la anemia que padecía. Fue periodista cultural, promotor musical, jefe de prensa en todas las disqueras, coleccionista de discos, películas y libros, productor, crítico de rock, del cine de horror y fantasía, fanático de la lucha libre y ferviente seguidor del futbol americano. Su paso por los medios y la industria de la música influyó a una generación de periodistas entre los que me incluyo desde adolescente. Descubrí su pluma leyendo las revistas Sonido y Acústica, que editaba el también músico Walter Schmidt entre los 70 y los 80. Luego le seguí la pista en los diarios Unomásuno y El Nacional, donde publicaban una sección de rock todos los miércoles con lo más granado del periodismo musical mexicano. Después se volvió imprescindible en El Financiero, El Heraldo de México, Reforma, Playboy, Rolling Stone y El Universal, en el que publicó una columna durante 20 años. Compartimos páginas durante 15 años en La Mosca en la Pared que editaba Hugo García Michel, ahí se daba vuelo tirando carrilla con su estilo ácido y mordaz —su punching bag favorito era el Chavarock—, en un par de ocasiones cruzamos algunas palabras en las fiestas que organizaba la editorial Tucán. En esos momentos te percatabas de que Návar era el mismo en persona que en papel, un cabrón irreverente y muy divertido.

SU ACTIVIDAD MUSICAL FUE MÁS ALLÁ, Návar fue jefe de prensa en prácticamente todas las disqueras grandes: Polygram —donde fue acogido por el crítico, locutor y promotor Herbé Pompeyo, fallecido en 2009—, Melody, Warner, BMG Ariola y Universal Music. En esos trajines vivió la época dorada de la payola y le tocó lanzar en México artistas como Joaquín Sabina, con quien sostuvo una larga amistad. Le sobraban las anécdotas sabinescas, como el beso en la boca con Fito Páez, los backstages repletos de cocaína y su encuentro en una comida con su fan más singular, el ex presidente Felipe Calderón. También fue productor y representante de algunos grupos como Kerygma y especialmente de Chac Mool, el grupo de rock progresivo de Jorge Reyes que lanzó en los 80. Los registró en su grabadora portátil y les buscó disquera, enseguida les produjo —en los Estudios Golden, atrás de mi casa en Lomas Verdes— los discos Sueños de Metal y Nadie en Especial.

Návar fue uno de los fundadores del Tianguis Cultural del Chopo, asistía religiosamente los sábados. Sus otras fascinaciones eran el cine de horror, las series de bajo presupuesto y la lucha libre que conoció a los 15 años en la Arena Coliseo. Se hizo amigo de los grandes luchadores y publicó el libro Quiero ver sangre. Historia ilustrada del cine de luchadores, con Raúl Criollo y Rafael Aviña. Como crítico se caracterizó por su conocimiento y humor, escribía sin solemnidad y sin pretensión, se iba a la yugular con una sonora carcajada. Preparaba un libro de historias y anécdotas, pero la muerte le ganó la carrera. “El apóstol del rock”, lo llamó Juan Villoro en el relato que le dedicó.