El agua que soy

Ojos de perra azul

El agua que soy.
El agua que soy.Cortesía de la autora
Por:

Llueve en el horizonte que miro, la bruma confunde. Estoy frente al mar, el siempre mar, azul como la melancolía, hipnotiza la vista y seduce hasta el vértigo.

El clima es propicio para los recuerdos, sea otoño, verano, ayer o mañana.

Mis primeras experiencias con el agua fueron agradables, en una antigua jofaina de plata llena de cálido líquido, yo en las tibias manos de mamá. Esos brazos de cuna me hacían sentir segura, no iba a caer al vacío existencial. Tiempo después tuve nuevas vivencias.

Me introducían casi por la fuerza bajo la regadera, el champú me hacía llorar, ardían los ojos, los cerraba y buscaba a tientas la resbalosa pared para sostenerme, sin hallar las manijas, la temperatura muy fría, demasiado caliente. Sobre la espalda chorreaban las gotas, el vapor me asfixiaba.

Algo distinto pasaba con la tina, las burbujas prometían la diversión suficiente para convencerme de la inmersión. Metía un pie, luego otro, hasta cubrir el cuerpo. Jugaba a ser pirata en los mares del sur, asaltaba navíos, robaba tesoros. Sobrevivía a la tormenta; mi barco se hunde pero yo salgo triunfante para conquistar a un comodoro dueño de cien buques. A toda vela lo beso, fresca y oliendo a jabón. Era también el Nautilus, atento a la propagación de las ondas circulares de los pensamientos submarinos.

Mis primeras experiencias fueron agradables,
en una antigua jofaina, yo en las manos de mamá

Por muchos años tomé clases de natación, creyéndome profesional en el buceo a pulmón. Me lanzaba a la alberca desde el trampolín, majestuoso acantilado para mí, un clavado a lo profundo para nadar libre como un pez en los cinco océanos infinitos.

EN LA CASA DE LA PLAYA suelo despertarme temprano, antes de la salida del lucero del alba. Me sumerjo por completo en las aguas del mar, eterno y mar, la vida se reinicia, soy caracol, creatura que regresa al origen, al vientre secular.

En la tempestad me introduzco hasta el fondo, oscuro y misterioso, lleno de bestias con aletas y bronquios que no me dan miedo. Me zambullo, braceo, por momentos me ciego. Emerjo, respiro, la piel salada, el aire templado.

El sol arriba, la arena dorada, la luz del mundo me inunda y fertiliza para un distinto comienzo.

Lo que de mí se llevaron las olas no lo traerán de vuelta jamás. Ahora retorno al fluido primigenio, más allá del naufragio que fuiste. Soy marea que marea, navego veloz al horizonte que vuelvo a mirar, no hay tierra a la vista.

* No hay mar que por bien no venga.