La crisis de desapariciones que México no ha dejado atrás ya rebasa por mucho las capacidades de una herramienta que apenas hace tres años se veía como una luz para las familias: el Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH), que a poco tiempo de su creación ha enfrentado un debilitamiento que lo ha llevado casi a su desaparición.
Creado en mayo del 2022, apenas se sostuvo un año, pues hacia finales del 2023 se comenzó a conocer de un desmantelamiento interno, con despido de investigadores y otros trabajadores, con lo cual se mermó su posibilidad de responder a las necesidades forenses para identificar personas entre las decenas de cadáveres que se acumulan todos los días.
Un informe entregado hace unos días por parte de Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México a Juan Pablo Albán, representante del Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada, advierte que, a estas alturas, sigue sin haber claridad respecto a la estructura con la que se sostiene el CNIH.

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“El CNIH, dependiente de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), fue seriamente debilitado a finales de 2023 con el despido de muchos de sus especialistas forenses, quienes habían sido recientemente capacitados con apoyo de la cooperación internacional y personas expertas internacionales.
“Además, las oficinas que le habían sido asignadas fueron devueltas, por lo tanto, no está clara cuál es la infraestructura que actualmente posee. Según informes periodísticos, la estrategia era, y posiblemente siga siendo, ‘regresar las tareas de identificación a las fiscalías’ sin tener ninguna garantía de que la crisis forense pueda ser solucionada de esa forma”, señala.
Sobre la operación del centro, poco se conoce. En septiembre del 2024, un informe apenas consigna sus labores y señala la recepción de cuatro mil 023 perfiles genéticos de personas fallecidas en colaboración con fiscalías y el CNIH. De la confronta de tres mil 518 perfiles referenciales y los cuatro mil 023 perfiles de personas fallecidas se habían obtenido apenas 22 coincidencias genéticas.