BAJO SOSPECHA

Día del Maestro

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Hoy jueves 15 de mayo, Día del Maestro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) amenazan con una megamarcha con la que paralizarán diversas ciudades del país.

Se ha anunciado que estas movilizaciones serán con bloqueos, marchas y concentraciones en la Ciudad de México, Chihuahua, Pachuca, Morelia, Oaxaca, Cuernavaca, Tuxtla Gutiérrez, Cancún, Zacatecas y Chilpancingo. Más de 200 mil maestros afiliados a la CNTE en 10 estados participarán, sin contar los miles de integrantes del SNTE.

En las múltiples demandas que hace la CNTE no contemplan mejoras a las escuelas, no ven por el bien de los estudiantes, lo que buscan son aumentos de sueldos, pelear las plazas y beneficiarse ellos.

Es una lástima cuando esta Coordinadora maneja la educación en los estados más pobres del país, sus protestas y la forma en que han ido ganando prerrogativas es de años, y la educación que imparten es cada día más deficiente y ahora con una alta carga ideológica.

La CNTE no sólo pretende hacer bloqueos este 15 de mayo, sino que tiene preparadas otras movilizaciones para el 20 de mayo en el que habrá mítines y volanteo en oficinas del ISSSTE y SEP, y el 21 de mayo habrá más movilizaciones en puntos estratégicos de la Ciudad de México.

El pliego petitorio magisterial consta de 69 puntos divididos en siete ejes temáticos, donde se exige principalmente la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, el regreso al sistema de pensiones solidarias administradas por el Estado, figura que ha sido motivo de más de 13 mil amparos judiciales, así como un aumento salarial del 100% al sueldo base del magisterio.

Otra exigencia clave es que las plazas docentes se asignen automáticamente al egresar de las normales, sin necesidad de evaluaciones estandarizadas, y que desde el inicio tengan carácter definitivo, no por contrato temporal ni por honorarios, esquema que los maestros aseguran no garantiza seguridad laboral ni acceso pleno a prestaciones.

Es decir, que nadie los evalúe y que nadie condicione sus contratos. ¿No sería una mejor idea que se prepararan, estudiaran, pasaran sus evaluaciones para tener la certeza que están brindando una educación de calidad a los niños mexicanos?

Pero en vez de prepararse, prefieren hacer movilizaciones para cumplir con sus exigencias. ¿Y los niños? Los estudiantes a quienes les toca que la Coordinadora maneje a sus maestros, pues cada día tienen menos clases porque ellos están en paro.

VIENE EL CAOS

Maestros de la Coordinadora bloquearon, el pasado 20 de marzo, los accesos al AICM.
Maestros de la Coordinadora bloquearon, el pasado 20 de marzo, los accesos al AICM. Foto|Cuartoscuro

La educación pública en México se encuentra en franco retroceso. De la OCDE, nuestro país es el que menos invierte en educación.

Desde el inicio del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, se promovió una transformación estructural del modelo educativo, eliminando lo que el Gobierno denominó el enfoque “neoliberal”. Se erradicaron evaluaciones estandarizadas y se sustituyeron los grados escolares por “fases de aprendizaje”, con contenidos centrados en “la justicia social, la equidad y la descolonización del conocimiento”.

Entre los cambios más graves está la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), un órgano autónomo encargado de emitir diagnósticos técnicos independientes. En su lugar se creó Mejoredu, una agencia dependiente del Ejecutivo federal, sin la capacidad de hacer evaluaciones imparciales ni generar información confiable sobre el estado real del sistema educativo.

No olvidemos que también se hizo un cambio estructural y de contenido en los libros de texto gratuitos, los cuales ahora en lugar de enseñar matemáticas y español, están incorporando valores como “honestidad, respeto, inclusión, empatía y solidaridad”, con la finalidad de adoctrinar a los alumnos.

Pero materias tan importantes como geometría quedaron disminuidas, pero además los libros de texto no son coherentes con los grados escolares para los que están destinados.

México ocupa el último lugar de la OCDE en gasto por alumno, con aproximadamente tres mil 500 dólares anuales, frente a una media de 14 mil 200 dólares. Países como Dinamarca y Luxemburgo destinan cinco veces más por cada estudiante.

Según datos del Inegi (2023), más del 45% de las escuelas públicas del país no cuenta con acceso a Internet, lo que impide el desarrollo de competencias digitales en un mundo cada vez más interconectado.

La única manera de poder tener un México sin la enorme brecha de desigualdad que existe es con una buena educación pública. Hoy México no cuenta con ella.

Durante la pandemia no se logró un nivel mínimo de educación a distancia, y mucho menos en las zonas marginadas. Hoy hay millones de niños, niñas y jóvenes que desertaron a la escuela. Y son cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 5.2 millones de personas entre los tres y 29 años de edad no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021. De esos 5.2 millones, tres millones de niños y niñas pertenecen a la educación básica.

En 2012, junto a Jorge Fernández Menéndez, publicamos el libro y presentamos el documental “La élite y la raza”, en el que abordamos la enfermedad con la que desde ese tiempo agonizaba la educación en México.

Desde entonces decíamos que el mayor peligro de descuidar la escuela pública era que los padres de familia, que tenían un poco más de dinero, preferían inscribir a sus hijos a una escuela privada, aunque fuera mala, para por lo menos tener la certeza que no estarían meses sin clases por huelgas de maestros, particularmente en los lugares donde la CNTE maneja a los docentes.

Y es que la creciente privatización escolar no necesariamente garantiza que sea de mejor calidad, pero sí la hace accesible para ciertos sectores que prefieren dejar a sus hijos en estas escuelas, a que los pequeños no tengan clases porque no hay maestros.

Decíamos en el libro que la única opción para romper este esquema es contar con un sistema de educación pública que evite la elitización y la privatización y que, por ende, reduzca la desigualdad. Desde el 2012 veíamos un problema en la educación pública que se ha agudizado terriblemente en los últimos años.

Y como lo publicamos en el libro La élite y la raza, la solución no está solamente en la infraestructura o en los recursos, sino en la capacitación o el nivel de los maestros como parte de un proyecto con objetivos claros, al cual se sumen todos los actores políticos y sociales involucrados.

La educación en nuestro país está federalizada y, por lo tanto, las soluciones deben ser globales, pero al mismo tiempo locales, porque cada entidad de la República tiene necesidades específicas.

Estos grupos y el Gobierno actual le apuestan a hacer política mucho más que a la calidad de la educación de niños y niñas.

No se vale hacerlo a expensas de quienes son el futuro del país, y que deberían de tener una posibilidad de prepararse y estudiar, para romper la brecha de la desigualdad.

Por cierto, muchas felicidades a los maestros que sí dan todo por la educación de niños y niñas, son muchos más aquéllos que están en las aulas, poniendo todo de su parte para poder enseñar materias tan importantes como matemáticas y español, con unos libros de texto que para eso no sirven. Los buenos maestros cada día la tienen más complicada para poder trabajar y enseñar con tantos obstáculos que les ponen. Gracias a ellos.

Temas:
TE RECOMENDAMOS:
Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón