EU no deja de aprovecharse de nuestras contradicciones y debilidades
La gran paradoja de lo que está pasando es que hay muchas cosas que se han venido haciendo que a lo mejor no las hubiera hecho el Gobierno de no ser por la brutal intimidación de Trump y su Gobierno. Por momentos todo resulta agotador, porque no se alcanza a tener claridad de si se va avanzando en la relación o lo único que está pasando es tener que enfrentar el día con día la ocurrencia del momento o algo parecido; todo pinta para que no haya respiro alguno en los siguientes cuatro años.
México está pagando su confusa estrategia de seguridad. No podemos pasar por alto lo que ha pasado en el país por lo menos desde 2006, en los tiempos de lo que llaman el PRIAN. Las cosas se agudizaron por el gran despliegue que empezó a tener la delincuencia organizada, de la mano del lanzamiento de una guerra contra los cárteles que acabó por ser infructuosa y, dolorosamente, violenta.

¿A quién le importa?
Felipe Calderón echó a andar esta estrategia a pesar de que días después que declaró la guerra se desdijo, lo cual no contravino en la práctica lo que de origen ya estaba haciendo. Así fueron sus seis años y con matices así fueron también los seis años del impresentable Peña Nieto.
Lo más grave e irresponsable del gobierno del priista fue que, a sabiendas de lo que había pasado con su antecesor, siguió por la misma ruta, incluso utilizando a los mismos personajes quienes tarde que temprano terminaron por ser señalados por tener relación directa con el narcotráfico.
Por más que el Gobierno actual y su antecesor se la pasen responsabilizando al pasado de la violencia y de las complicidades oficiales, a estas alturas no pueden pasar por alto que llevan más de seis años en el poder, y que, con excepción de los últimos meses, la estrategia, en lo general, terminó siendo la misma.
El abrazos no balazos sólo fueron matices de la misma ruta. El comedido saludo de López Obrador a la mamá del Chapo en buena medida definió ante los ciudadanos la estrategia presidencial. Las madres buscadoras que tanto afán pusieron por tener un encuentro con el expresidente sin poder lograrlo no lo olvidan.
EU tiene un diagnóstico acabado de lo que pasa en México. No se trata de eximirlos de sus grandes responsabilidades como si México fuera el único componente de la ecuación. Pero lo que es un hecho es que, de manera maniquea, apoyándose en su poder, lleva a cabo estrategias dirigidas a donde tenemos grandes debilidades sin atender lo que a ellos les corresponde.
Hay signos de que por primera vez en mucho tiempo se está atemperando la llamada delincuencia administrada. Morena y sus aliados parten de que con López Obrador llegó a su fin; sin embargo, hay elementos para plantear lo contrario.
Hay estados que cada vez ofrecen más elementos para evidenciar que la delincuencia administrada se mantiene y gobernadores que siguen en el poder protegidos por el gobierno y su partido sin que quede claro el porqué.
EU autoritariamente así lo entiende. Queda la impresión de que estamos muy cerca de entrar de lleno a las amenazas y a exhibir las presuntas listas como mecanismo de presionar al Gobierno para que haga algo sobre la relación entre la política y el narcotráfico, la narcopolítica; por ahora lo que hace es revocar visas con todos los señalamientos que esto implica.
Por supuesto que no se requiere de una visa para gobernar un estado. Esto no es el problema. Lo que está pasando es que van apareciendo las históricas complicidades entre la delincuencia organizada y los gobiernos, las cuales están empezando a ser desenmascaradas.
RESQUICIOS.
El Gobierno tendrá que pensar si vale la pena seguir con la confrontación con quienes piensan distinto o que considera adversarios. López Obrador llevó las cosas al extremo, lo que incluye las relaciones internacionales de México. La Presidenta debe preguntarse si tiene sentido seguir haciéndolo.
