Josefina Vázquez Mota

La Iglesia mediando, ¿Y Palacio Nacional?

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Josefina Vázquez Mota
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Ayer nos enteramos que la Iglesia católica no sólo está dialogando con el crimen organizado en Guerrero para construir la paz, sino que también lo va a comenzar a hacer en Querétaro, Guanajuato y en Saltillo, Coahuila.

 Mientras que en Palacio Nacional se lavan las manos y se sientan a ver los resultados que obtiene la Iglesia católica, en lugar de ser los que hagan valer la ley y el aparato de seguridad del Estado.

Ya lo dijo todo el Presidente al reconocer el poder que tiene el crimen organizado en diversas entidades, “tiene bastante capacidad de movilización”, que por ello optó por retirar a la Guardia Nacional, para evitar un enfrentamiento.

Es una vergüenza que el Presidente exprese que “ve muy bien” la negociación de paz entre la Iglesia católica y el narcotráfico”, porque “en la pacificación del país creo que todos tenemos que contribuir”.

Hace casi un año, el Presidente no pensaba lo mismo de la Iglesia católica, por el contrario, la veía como una amenaza y como un adversario debido a la críticas que ésta ha sostenido sobre su pésima estrategia de seguridad, “abrazos no balazos”, y ante los asesinatos de sacerdotes.

Pero dado a que estamos en tiempos electorales, y a que México es un país con un porcentaje alto de católicos, entonces ahora sí ve a la Iglesia como aliada en la construcción de la paz, aun cuando desde que comenzó su sexenio ha hecho oídos sordos a los llamados de la Iglesia sobre la pacificación de nuestra nación.

Por eso vale la pena recordar los ataques del Presidente a la Iglesia, para tener presentes sus incongruencias y conveniencias. “Hay veces que la jerarquía de la Iglesia tiene más simpatía por los potentados, por los ricos, muy contrario al sentimiento, a la esencia del cristianismo“.

Tal parece que cuando la Iglesia hace la tarea del Estado, particularmente, del Presidente, entonces ve con beneplácito la labor de los obispos, aunque en otras ocasiones los llame “cómplices de las élites y saqueadores”.

Hoy, México necesita una vuelta de timón, porque si bien es positivo que la Iglesia católica logre pacificar algunos municipios del país, reducir la violencia y el temor de los habitantes, el primer responsable en hacerlo es sin duda el Presidente.

Ojalá que en Palacio Nacional vean con buenos ojos acabar con los “abrazos, no balazos”, con la impunidad que protege a los criminales y voltear a ver a la ciudadanía, que es a la que se debe, y que son humanos,, como los miembros de la delincuencia organizada.