Literatura y desigualdad de género

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 

La desigualdad de género dañó la participación de la mujer en el mundo literario durante décadas. En el caso específico de la literatura, el acceso al libro o la expresión escrita, fueron siglos de negación aun cuando su presencia la apreciamos de forma natural en obras artísticas. Su figura como intelectual activa, en su calidad de lectora, de escritora y liderando la opinión pública, existe detrás de una batalla generacional que forma parte de la afirmación y reivindicación de la mujer como formadora del pensamiento y de la crítica social.

En el campo de la transmisión de las ideas, la mujer no tuvo espacios de difusión ni apertura en medios de comunicación y antes de las redes sociales, fueron milagros de luz aquellas que iluminaron las páginas de la literatura en México. En este sentido la mujer existe como transgresora no únicamente al escribir de forma estupenda sino de dominar las técnicas literarias mejor que muchos de los hombres y aún con ello algunas usaron seudónimos masculinos y firmaron obras de manera “anónima” ante el riesgo de ser desacreditadas. En nuestro país la literatura no se concibe sin Josefina Vicens autora de El libro vacío, periodista, guionista, activista, primera mujer en ganar el Premio Xavier Villaurrutia en 1958 o Carmen Mondragón Valseca conocida como Nahui Olin y quien, si bien es cierto descuella en el grabado, el dibujo y la pintura, dejó textos poderosos, por citar algunas.

María Luisa Ocampo Heredia, escritora, dramaturga y editorialista, fue la única mujer en el Grupo de los Siete del teatro mexicano, a ella se le atribuye el surgimiento de las bibliotecas populares. Mimí Derba, guionista, editora, productora, actriz dejó una huella profunda; imprescindible Rosario Castellanos, poetisa del alma de las mujeres y cuya voz poética igual que Sor Juana Inés de la Cruz siguen influyendo lo mismo que Elena Garro y una lista que, en México, nos honra tenerlas. No obstante, en la industria editorial, en las academias y en grupos de estudios connotados, continúan las denuncias del porcentaje elevado de varones en relación al de nuestras intelectuales, incluso los premios de mayor prestigio evidencian una gran desigualdad. Culturalmente seguimos sin hacer efectivo el derecho a participar en la misma proporción en un ámbito que por su naturaleza, debía ser sensible y solidario.

A inicios de un nuevo milenio es imperativa la igualdad de oportunidades en su comunicación y difusión porque tenemos mujeres de letras, de palabras, de opinión, disruptivas, excepcionales y en su legado que va desde la novela, el cuento, la crónica, el periodismo, el ensayo, la poesía, la dramaturgia, siguen jugándose la vida desde la fortaleza de su feminidad y hacen de la literatura un arma poderosa para hacer valer su voz, su firmeza y sus denuncias.

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Guillermo Hurtado