Mónica Argamasilla

Espacios y ámbitos

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Los libros nos invitan a viajar, a conocer nuevos mundos, distintas épocas, llevarnos por calles que aunque lejanas, parece que fuéramos pisando nosotros mismos. Ésa es la magia de la literatura, la capacidad de meternos entre sus páginas, para sentir que somos nosotros los que acompañamos a los personajes. A esta presentación de los escenarios lo llamamos espacio.

El espacio es el lugar (escenario físico) donde se desarrolla la historia. Este puede ser real o imaginario, puede ser en una época actual o pasada, tener una importancia vital en la historia, o ser una mera referencia, un sitio donde se desarrolla todo cuanto sucede a los personajes.

Los espacios a veces, son tan importantes para la trama que parecen ser un personaje más. En este caso, no se puede imaginar la historia o los personajes sin que estén íntimamente relacionados a él. Macondo, el mágico lugar donde se desarrolla Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es la muestra perfecta de un escenario que parece cobrar vida. Cada uno de los personajes y sus circunstancias parecen estar arraigados a su tierra. Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë es otro gran ejemplo. Las paredes de Cumbres parecen estar revestidas de tragedia, de las historias del pasado. Una maldición que puede arrastrar a toda la familia.

El espacio debe describirse según la relevancia que tiene en la historia. En novelas realistas, la descripción a veces es tan pormenorizada que parece que estamos ahí, viendo cada detalle con nuestros propios ojos. En una novela histórica, por ejemplo, el autor debe hacer una investigación minuciosa para que al lector le resulte creíble el escenario que se esta presentando. Éste debe guardar una semejanza nítida con la realidad. Los personajes no pueden existir sin un espacio donde moverse. La historia no cobraría la relevancia sin que el lector sepa perfectamente dónde se está desarrollando la trama. Cuántas veces nos sucede que una ciudad que no conocemos nos resulta familiar gracias a la pluma de grandes autores.

Pero el espacio puede ser visto de distinta forma según las circunstancias de los personajes, y a esto llamamos ámbito o ambiente. Es decir, éste debe ser creíble según las características del personaje, su educación, clase social, su filosofía de vida y sus circunstancias.

Salvar el fuego, de Guillermo Arriaga, es el claro ejemplo de un solo espacio general y distintos ámbitos. La Ciudad de México es el gran espacio, pero no es lo mismo el ambiente en que se mueve Marina, una bailarina que vive en San Ángel junto a un marido exitoso, que JC, que está en la cárcel y cuya vida había transcurrido en la colonia Modelo. Cada uno de estos personajes debe ser creado tomando en cuenta sus circunstancias. Marina es una mujer consentida y aburrida, que va dejando un caos a su paso, y cuenta con que siempre hay alguien que va detrás recogiendo el desorden que deja atrás. La vida de JC ha sido dura, violencia y humillación es lo que marcó su vida familiar. Ambos personajes habitan en una misma ciudad, pero los ambientes en que se mueven no pueden ser más distintos.

Cuando leemos una novela cuyos personajes no son creíbles, casi siempre el error radica en este punto, no hay una lógica entre su realidad y el espacio. La forma de hablar y actuar tiene que ir de la mano con la época y el lugar en el que vive, ésta es una de las reglas de oro de la literatura. Cuidar cada detalle para que los personajes podamos sentirlos como reales, que aquello que los rodea concuerda con lo que viven.

El ambiente también está ligado a lo que el personaje está viviendo. La tristeza o la felicidad que transmiten puede ser determinante para marcar una diferencia.

El espacio debe ser siempre un fiel reflejo de lo que el personaje vive y el ámbito de lo que quiere reflejar.