Valeria Villa

El valor diagnóstico de la ansiedad

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El sufrimiento mental que la ansiedad generalizada o flotante trae a la vida de una persona, puede ser la razón por la que se inicia una terapia psicodinámica. Muchas veces después de visitar a un psiquiatra o a un terapeuta cognitivo conductual hay una mejoría temporal pero luego sobreviene una recaída. Como si las causas últimas de la ansiedad no quedaran resueltas ni con un fármaco ni con una terapia cognitiva breve.

La ansiedad está ligada a la condición humana y puede ser adaptativa si aparece ante un peligro presente y motiva conductas para enfrentar este desafío. Se le ha estudiado como respuesta emocional, rasgo de personalidad y cuadro psicopatológico. La ansiedad es patológica y requiere de tratamiento cuando aparece sin peligros reales, cuando es desproporcionada su intensidad y se vuelve persistente, casi como una forma de funcionamiento mental predominante.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) tiene una prevalencia del 2.9 por ciento en Latinoamérica. La edad de inicio es temprana y predomina en el sexo femenino en una relación de 2 a 1. Los pacientes que la padecen utilizan el mecanismo de la evitación cognitiva (EC) para evadir pensamientos o imágenes mentales que generan ansiedad y preocupación. Estos pacientes gastan montos descomunales de energía para evitar pensamientos perturbadores que sienten que no podrán soportar si les dan cabida. La utilización reiterada de este mecanismo impide procesar los temores del paciente y el proceso de significación de la experiencia, perdiéndose la oportunidad de entender qué está comunicando la ansiedad.

La palabra ansiedad proviene del latín anxietas y significa congoja o aflicción. En la clínica se observan algunos detonantes de ansiedad: un diagnóstico de enfermedad grave materializa el miedo a la muerte de los seres amados; caer en pobreza cuando se es padre de familia y proveedor principal; angustia existencial con preguntas obsesivas sobre el sentido de la vida y el futuro, como parte de un probable trastorno mixto ansioso-depresivo; la inminente salida de un joven de la casa de los padres, desata ataques de pánico frente a la independencia, anhelada y temida. Que llegue el tiempo de crecer y convertirse en adultos es angustiante para los jóvenes; un cúmulo de problemas, duelos, miedos no hablados, que se evaden sistemáticamente intentando así que desaparezcan y que se manifiestan un día cualquiera en un ataque de pánico, que es una agresión al cuerpo imposible de controlar. No siempre es evidente qué de la realidad externa ha causado un cuadro agudo de ansiedad y la realidad interna es desconocida o ignorada por la mayoría de las personas.

Durante algún tiempo, Freud pensó que la angustia era producto de la represión, pero después concluyó que la angustia antecede a la represión: algo traumático se sacó de la conciencia y regresa a perseguir en la forma de síntomas físicos, obsesiones, fobias y preocupaciones desproporcionadas. Un suceso terrible y angustioso de la biografía sale de la conciencia porque es insoportable. Esto es especialmente cierto en casos de estrés post traumático. Otra forma de llamarle al TAG es Angustia libremente flotante o neurosis de angustia. Freud utilizó la palabra Angst que literalmente significa miedo y no correspondería ni a ansiedad ni a angustia. En castellano, angustia se refiere a algo más próximo a una condición existencial, se trata de un sufrimiento, de algo volcado hacia el propio sujeto y la ansiedad se refiere a una expectativa inquieta por algo que ocurrirá, que se desea, que se anhela, que se teme y muestra un estado visceral, intenso, vinculado a la sensación de peligro y muchas veces próximo a la fobia y al terror, arraigado originariamente en el proceso primario e inscrito en el cuerpo. Se trata de la ansiedad automática, la sobrecarga afectiva, que sobrepasa su cualidad de señal e invade al aparato psíquico, paralizando al yo.