Valeria Villa

Días perfectos

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Necesitar poco y ser feliz con poco sería el nirvana. No hace falta un discurso en contra del capitalismo para defender la alegría inmensa que sería desear poco y ser feliz con las pequeñas cosas. Hirayama es el protagonista de la última película de Wim Wenders.

Se trata de un hombre de unos 55 años, que vive solo en un pequeño departamento en una zona humilde de Tokio y cuyo trabajo consiste en limpiar baños públicos, que por cierto son baños interesantes, modernos y bonitos arquitectónicamente. Hirayama —ultra merecidamente, Koji Yakusho ganó en 2023 el premio al Mejor Actor en el festival de Cannes— hace su trabajo con precisión, esmero y parece que hasta con alegría. Limpia baños como su forma de subsistencia. Sus trayectos los acompaña siempre con música: Otis Redding, Janis Joplin, Lou Reed y Nina Simone. Sus tesoros son esos casetes que sólo puede reproducir en su camioneta. Sus otros tesoros son los libros, uno de Faulkner (Las palmeras salvajes) que lo acompaña durante casi toda la película. Duerme sobre una colchoneta delgada, una almohada, una frazada, una lámpara de noche y nada más. Se baña en un baño público donde también disfruta de una tina de agua caliente.

Este hombre es afable, sencillo, sensible, capaz de dormir donde sea, que usa las palabras para lo estrictamente indispensable. Qué bonitas son las historias como la de Hirayama en la que podemos suponer mil cosas que no sabemos con certeza: ¿Por qué dejó de ver a su familia, a su hermana, a su sobrina, al padre? Cada uno puede completar la hipotética historia: el padre era violento, tenía dinero, maltrataba a todos, a la madre y también a los hijos, y ahora está demenciado y en un asilo, pero ni esa circunstancia extrema nuestro protagonista está dispuesto a volverlo a ver. Quizá tuvo una pareja y la perdió por separación o muerte. Casi puedo asegurar que este hombre dulce es, definitivamente, viudo. Incapaz de quejarse, vive la austeridad y la incomodidad como algo sin importancia. Lo sostiene en parte su ética del trabajo bien hecho, impecablemente hecho y sus pasiones: la fotografía, la música y la lectura.

Hirayama tiene los ojos bien abiertos. Sabe que cada día que amanece es un regalo, ve el cielo, ve los árboles, los retrata cientos de veces bajo distintas luces. No tiene posesiones, pero sí un enorme archivo de fotografías que imprime en papel cada semana. No hay obviedades sobre por qué vive solo, por qué habla tan poco, cómo es que ha logrado estar contento con una vida que nos puede parecer demasiado simple haciendo un trabajo que nadie elegiría hacer voluntariamente.

Hirayama siempre está leyendo libros que saca de una biblioteca. Ahora toca el turno a Patricia Highsmith (Once). La bibliotecaria le dice que en ese libro está todo lo que puede aprenderse sobre miedo y ansiedad. Hirayama pedalea su bicicleta, recibe a su sobrina sin interrogarla, lava su ropa, compra su comida, bebe y fuma a veces. Tiene un mundo interno lleno de belleza y está sano, sin ninguna enfermedad incurable.

“Its a new dawn

its a new day

its a new life for me

and im feeling good”

Perfecto himno sobre el sentido existencial de este hombre que sabe sonreír, llorar por lo perdido y agradecer estar vivo.

También puedes escuchar la columna aquí.

Días perfectosDías perfectos