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Apatzingán: una violación y dos profanaciones

Por:
  • larazon

El primero de agosto la fuerza pública irrumpió en un templo de Apatzingán durante una ceremonia religiosa, con el fin de atrapar a un capo del narco. Durante siete horas 250 personas sufrieron vejaciones.

Algunos legisladores del PAN afirmaron que la acción fue correcta porque se atrapó a un capo y se mandó un mensaje claro a los narcos de que no habrá lugar seguro para ellos. Los legisladores se equivocan. El mensaje fue contra la ciudadanía porque en Apatzingán hubo una violación y dos profanaciones.

Los seres humanos tenemos derechos fundamentales no como graciosa concesión del Estado, sino como algo inherente a nuestra dignidad. En materia criminal, estos no existen para defender delincuentes, sino para que el gobierno oriente sus acciones contra los criminales en defensa de los inocentes. En Apatzingán se violaron los derechos humanos porque la fuerza del Estado fue usada de manera indiscriminada. Si es cierto, como dijeron, que se tenía ubicado al criminal, entonces también lo es que se pudo actuar de otra manera. Esta violación entró en una caja de resonancia porque se cometió mientras los ciudadanos ejercían su libertad de culto, confiados literalmente a la “mano de Dios”.

Profanar es transformar algo considerado sagrado en mundano, rebajándolo en su dignidad. Para cualquier cristiano, sea católico o protestante, la violación a los derechos humanos implica una profanación porque se hiere la sacralidad de la persona al tratarle como una cosa. De esta primera profanación se deriva la segunda, que es la violencia cometida contra un lugar sagrado, agravado por el hecho de que en ese momento se rendía culto a Dios. No podemos olvidar que lo sagrado es un bien cultural intangible y esencial para la persona que profesa cierta religión.

Nada justifica la violencia contra ciudadanos sin importar donde se encuentren, ni siquiera el mandar mensajes a los narcos, como dijeron los atolondrados legisladores del PAN. El fin no justifica los medios. No es suficiente usar toda la fuerza del Estado contra los criminales, pues la acción se pervierte cuando no se orienta en protección del inocente. Con esta forma de actuar se nos dijo que ni siquiera en sagrado estaremos a salvo de la violencia. De no corregirse el rumbo por parte del Estado acabaremos atrapados en el fuego cruzado de dos fuerzas irracionales.

jtraslos@hotmail.com

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