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Donald Trump: el antimexicano

Por:
  • valeria_lopez_vela

Las últimas citas de la agenda  política internacional han dejado imágenes que retratan un nuevo orden mundial. Por más chillante que nos parezca, la sonrisa cínica y retadora de Trump es un claro rompimiento con los intereses de los aliados. Mientras que el caluroso apretón de manos al presidente Kim Jong-un muestra la cercanía entre dos líderes a quienes los derechos humanos les importan menos que nada.

Decía Aristóteles que lo semejante atrae a lo semejante; es una buena forma de explicar lo sucedido en los últimos días. Donald Trump no se identifica ni se siente cómodo ni con Angela Merkel, ni con Emmanuel Macron; ¡menos con el liberal igualitario de Justin Trudeau!

Trump, Putin y Kim Jong-un se parecen. La honorabilidad no es un problema para su ambición; conducen sus países con el fuete del totalitarismo y no sienten vergüenza alguna por hacerlo. La alianza es macabra y peligrosa pero es clara. Sería ingenuo y burdo seguir pensando la geopolítica en términos del pasado, pues las distancias políticas revelan las discrepancias morales.

Por su parte, los totalitarios se buscan, se encuentran, hacen alianzas. En su ADN corre el desprecio por la humanidad y por los derechos; la razón instrumental y la lógica del mercado son los pilares que sostendrán sus turbulentas relaciones, lo que alcancen a durar.

Sin embargo, las consecuencias reales entre el desprecio por la reunión de G-7 y el abrazo en la cumbre de Singapur son más que complejas que lo que expresan las fotografías.

Estados Unidos, por primera vez, desde 1945, se queda sin el respaldo de los aliados; esos países a los que ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial y que respaldaron todos los intentos bélicos de los americanos en los últimos 70 años; a pesar de que todos esos intentos fueran cuestionables, y que todos hayan resultado fallidos.

Estados Unidos ha marcado una clara distancia con la Unión Europea; se ha distanciado también de sus vecinos. Pero las fronteras naturales no se modifican por los caprichos políticos; en ese sentido, la vulnerabilidad de nuestro país aumenta con un Presidente abiertamente antimexicano, de liderazgo totalitario y alejado de los principios de los países de convivencia liberal europea.

Y, con este escenario, sólo queda exigir al candidato puntero que presente una propuesta clara de política internacional. No es admisible que piense que “va a convencer a Donald Trump para que se sume a nuestro movimiento”. La frase es de una torpeza inaceptable en el peligroso contexto internacional y con un tipo de cambio tan inestable.

Esta mañana todos están hablando del debate entre los candidatos presidenciales. Pero, mucho me temo, los ecos que no encontraremos serán los de las propuestas específicas, las alianzas y las estrategias para hacer frente a Donald Trump, el antimexicano.