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En los abismos de la mente

Por:
  • armando_chaguaceda

Los seres humanos, en lo que hemos denominado normalidad, sabemos que debemos crear familias, procesar conflictos, adquirir capacidades de transformarnos nosotros mismos y al entorno. Pero, al menos en nuestras modernas sociedades, no nos preparamos para la partida a otros mundos, más allá de que vivimos cotidianamente. No nos preparan para la locura ni la muerte.

En esta semana se conmemora internacionalmente el Día Mundial de la Salud Mental, buscando crear conciencia sobre el malestar que aqueja a buena parte de la población global. Las noticias en México, además, hablan de una pareja de asesinos seriales, con prácticas de canibalismo. Inevitable relacionar ambos temas para pensar qué procesos están impactando nuestras existencias.

La Organización Mundial de la Salud señala que la mitad de las enfermedades mentales comienzan a edades tempranas, que el uso de drogas lo favorece y que hay una ausencia de tratamiento temprano y adecuado. En muchos de nuestros países del Sur, además, la carencia de infraestructura sanitaria básica, de especialistas y de un sistema de seguridad social capaz de responder a estas “enfermedades extrañas” abundan. Este año, especialmente, en la conmemoración, las agencias regionales hicieron énfasis en los jóvenes, por los cambios en su vida estudiantil o laboral, el acceso creciente a redes sociales y las fuentes de estrés ligadas a aquellos.

Aunque se reconoce su capacidad para “incapacitar” a quienes las padecen, a menudo la falta de detección y tratamiento adecuados, psicológicos y psiquiátricos, condenan al aislamiento y la inutilidad a los pacientes. Como trastos incómodos, que es mejor tener arreglados en un sitio ajeno al mundo del encuentro y desarrollo sociales.

Retomo una idea esbozada al inicio de este texto: en la montaña de la locura, parafraseando a Howard Philip Lovecraft, nos extraviamos con frecuencia. Los pacientes, los familiares, los especialistas, los planificadores de política. Combinar previsión con amor, eficacia con prevención, preparar(nos) para eso que la Organización Mundial de la Salud llama resiliencia mental, son retos mayúsculos que nos interpelan, más allá de una jornada conmemorativa.